En estos últimos diez años hemos vivido uno de los periodos
más intensos -más dinámicos y plurales- respecto a
la presencia de las mujeres en el arte actual. "La tercera generación
de mujeres con voz propia" ha buscado expresar con mayor libertad sus propias
inquietudes y deseos -y ha luchado por ello.
El debate feminismo/postfeminismo, la crítica feminista a la
pornografía, la reivindicación de una identidad fija o la
aceptación de una identidad múltiple y ficcional, la sexualidad
y lo transgenérico, el cyberfeminismo; han sido las cuestiones claves
que han despertado una mayor polémica. En último término,
el reto parece el de cómo abordar el feminismo en el horizonte supuestamente
igualitario del siglo XXI. O como se pregunta Josephine Starrs, hoy la
aventura está en definir/interpretar las "herramientas para diagnosticar
el próximo milenio" en lo que se refiere a la cuestión de
la sexualidad y la subjetividad. |
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El debate feminismo / postfeminismo
La década comenzó con el famoso debate feminismo / postfeminismo.
Fue Dan Cameron a finales de los 80 uno de los primeros en utilizar el
término2. Pero su intención
no era teorizar una nueva fase de las tendencias feministas más
recientes. En su texto aplicaba indistintamente los términos feminismo
y postfeminismo para referirse a las artistas de los años 80.
Lentamente, y no sin polémica, el término se ha ido normalizando
para definir la forma de darse el feminismo en los años 90. Independientemente
de los problemas inherentes al uso del prefijo "post", parece indiscutible
que sí se ha producido una transformación de los patrones
básicos del feminismo.
El "Forum postfeminista" que publicamos en nuestros Estudios on line,
coordinado por Elisabeth Joyce y Gay Lynn Crossley3,
es un testimonio de las confrontaciones teóricas más actuales.
En la conversación mantenida entre varias mujeres del mundo del
arte -Ann Hamilton, Kiki Smith, el Critical Art Ensemble y las Guerrilla
Girls entre otras4- podemos conocer lo
que siente esta nueva generación al respecto.
En el foro se pone de manifiesto la polaridad esencial del debate actual:
por una parte, desencanto con la rigidez del dogma feminista tradicional;
por otra, reticencia a definir el feminismo como un movimiento en fase
"post".
Cansancio del feminismo, o más bien del estereotipo de lo que
significa ser feminista, pero al mismo tiempo temor ante la posibilidad
de que el postfeminimo se entienda como el fin del feminismo, el punto
muerto de la liberación y la igualdad.
En general, todas las participantes coinciden en señalar que
la lucha feminista no está terminada. "Por ello -declara por ejemplo
el CAE-, en la medida en que "feminista" es un término que describe
la defensa de los marginados, la lucha "feminista" no está ni mucho
menos anticuada".
Pero también ven claro que el estereotipo de la feminista clásica
es un corsé que la mujer de los noventa no quiere aceptar. Así
por ejemplo, las mismas componentes del CAE continúan: "Se debe
acabar con el mito de la "feminista", en la medida en que esta palabra
refleja la lucha en un núcleo exclusivo de marginación. Y
puesto que, además, no existe la "mujer" genérica, como una
categoría universal".
Muchos son los matices contradictorios que podemos observar en el debate.
Una situación nueva como la que se estaba dando hacía pensar
que se podía desencadenar una actitud de involución social.
Las nuevas formas de vida contemporánea demostraban que el feminismo
tenía también que abrir sus puertas a nuevas perspectivas.
Incluso las mismas Guerrilla Girls reconocen el postfeminismo como una
manifestación positiva a favor de la pluralidad y la diversidad.
"Bueno -afirman-, si piensas en el postfeminismo como en un pluralismo
, entonces quizás estemos en un momento postfeminista porque, en
efecto, existen muchas maneras de percibirlo".
El Critical Art Ensemble concebirá el feminismo actual como el
desarrollo de una pluralidad de perspectivas, proponiendo incluso una clasificación
en cuatro categorías de postfeminismo: Postfeministas retrógradas,
Postfeministas
monotemáticas, Postfeministas heroicas, y Utópicas
cyberfems.
Personalmente me inclino a pensar el postfeminismo como una crítica
del feminismo -dentro del feminismo- que no suponga abrazar posiciones
neoconservadoras, o antimodernas. Algo similar a cómo el reconocimiento
de una condición posmoderna supuso para algunos teóricos
y críticos la afirmación de la necesidad de profundizar en
el espíritu de lo moderno expurgando los elementos dogmáticos,
totalizadores y opresivos de una concepción "mermada" de lo moderno.
Los paradigmas críticos que subyacen detrás del postfeminismo
pueden de hecho sumarse al objetivo de la postmodernidad: a través
de la autocrítica se intenta localizar en qué sentido el
programa moderno de construcción de una sociedad emancipada dejaba
fuera a una multiplicidad de sujetos no suficientemente contemplados en
una teoría de la historia pensada a la medida y los intereses de
un sujeto unívoco: el del varón heterosexual occidental protestante,
de raza blanca y burgués.
Es cierto que los términos no son la cuestión que más
debe importarnos. Pero el esfuerzo de una generación por describirse
a sí misma, por mostrar las diferencias respecto a otra anterior,
es un indicativo de que una época siente que se han producido importantes
modificaciones en la conciencia del "estar" mujer en el mundo actual. Negarse
a aceptar las nuevas circunstancias puede no ser más que un estúpido
prejuicio. Avancemos en algunos puntos polémicos y, para mí,
reveladores de los cambios.
Sexo sí.
Con la llegada de la década el sexo tomó la palabra. Tanto
las obras que gritaban contra la represión y la censura del sexo,
como aquellas que fueron introduciendo la narración de todo tipo
de fantasías, pusieron en evidencia el persistente cinismo de nuestra
sociedad moderna. Tal vez estemos ahora asistiendo a la verdadera revolución
sexual -que no fue realmente aquella autoimpuesta liberación al
gusto masculino de Mayo del 68. En cierta forma, es ahora, en los 90, cuando
se ha conseguido alcanzar una verdadera y plena autonomía de gestión
del sexo y de sus posibilidades –es ahora cuando la libertad sexual se
ha vuelto algo común.
Bad Girls fue el título de una serie de exposiciones que
señalaron, en torno a 1993 y 1994, un cambio de actitud en la representación
de la sexualidad5. El término Bad -como escribe
Laura Cottingham6- tiene un tono irónico, con
implicaciones dionisíacas y de liberación de las convenciones.
Unido a Girls, tiene el sentido de chicas que practican mucho sexo -chicas
malas. Así, "las artistas de la exposición -Nicole Eisenman,
Nan Goldin, Sue Williams entre otras7- pretenden plantear
un desafío y deconstruir los códigos dominantes estéticos
y sociales, sobre todo los que intentan reprimir y controlar la experiencia
vivida y la expresión cultural".
El sexo, la violencia, la droga, temas no aceptables para muchos en
el discurso del arte, son audazmente tratados por estas artistas que se
enfrentan a experiencias no convencionales, subculturales y perturbadoras.
Ellas no aceptan el silencio, y desde una vocación autobiográfica,
narran experiencias contemporáneas. Pero no tratan en absoluto de
concienciarnos -actitud que formaba parte de los fundamentos del desarrollo
feminismo de los 70-; al contrario, transgreden incluso algunos tópicos
asociados con la herencia de la estética politizada –en plan militante-
del feminismo. Y la ambivalencia respecto a la veracidad de su subjetividad
es la tensión más frecuentemente utilizada. El tono autobiográfico
experiencial no conduce a una conciencia utópica de la causa feminista.
Esta experiencialidad no manifiesta ninguna coherencia de valores, sino
que produce una cadena elíptica de alteridades que los trastoca.
"¿Eres pro-porno o anti-porno? (1992). En esta obra, Sue
Williams resume la posición actual de los debates que tratan del
deseo sexual femenino y su derecho a expresarse (sin temor a quedar convertidas
por ello en meros objetos instrumentalizados por el deseo masculino). Mientras
que durante mucho tiempo la crítica a la pornografía era
una actitud mantenida entre las que se consideraban feministas, hoy en
día muchas feministas se oponen abiertamente a la crítica
de la pornografía. Así Sue Williams, representando a una
mujer desnuda con los pies y las manos atados a dos caballos que se alejan
a galope en direcciones contrarias, ironiza sobre la futilidad de la polémica.
El descaro nunca ha sido una condición propia de lo femenino,
pero en la reivindicación femenina contemporánea de la sexualidad
lo hay sin tapujos. Ya no se trata de buscar un sexo correcto propio del
ser mujer, sino de tomarse la plena libertad de ejercerlo tal y como cada
uno o una desea. "Soy un ser político, y feminista, y revolucionaria,
y un ser sexual, y eso no tiene nada que ver con mi yo, excepto en que
creo que tengo derecho a hacer lo que quiera con mi cuerpo" –declaraban
las integrantes de Tribe 8, un grupo de música rock y punk de lesbianas
de San Francisco, que defiende su opción por el sexo duro. "¿Si
los hombres –declaran- han tenido el derecho a hacerlo, y a decir miles
de tonterías, por qué no nosotras?"
Nicole Eissenman tampoco se corta un pelo: la historia de la pintura
era de los hombres y ellos siempre representaban cuerpos de mujeres. Ahora
ella pinta, y representa lo que le apetece: hombres y mujeres, pollas y
sexos. En "Trash's dance" (1992), docenas de mujeres grandotas
se congregan alrededor de una popular exhibicionista de los bares de lesbianas.
Y la burla dirigida al pene -en obras como, "La caza del minotauro")(1991),
o "Las amazonas castrando a los piratas" es uno de los temas favoritos
de Eissenman. |
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Elke Krystufek actúa a través de sus performances
con el sexo y con el cuerpo de la mujer a partir de una reflexión
sobre uno mismo. En la performance titulada "la lluvia dorada" (1997),
la artista juega a proponer una acción privada, íntima, en
un espacio público. Y lo que espera es una extorsión de la
privacidad del otro, espera que su propia violencia se pueda extender a
una segunda persona. En otra serie de obras, entre las que destaca "Marilyn
habla" (1997), Krystufec desmonta el mito de la artista construido para
el deleite de la industria del espectáculo, introduciendo mediante
una cinta de typex mecanografiado una serie de irónicos textos autorreflexivos
. |
En realidad el problema sigue remitiéndose a la esfera de preguntas
que comenzaron a hacerse las feministas en los años 60 respecto
a la mujer y su representación. Cómo puede abordar la mujer
el representar ella misma, teniendo en cuenta que su único papel
fue siempre la de ser representada, la de aparecer como "objeto" de la
mirada masculina, nunca como sujeto y productora de representación.
La clásica pregunta de Laura Cottingham sigue en efecto en pié:
¿Cómo pueden las mujeres reivindicar la visualidad de su
cuerpo, o su sexo, cuando esa visualidad ha sido construida a la medida
del deseo de los hombres?
En los años 60 hubo tímidas respuestas. Algunas "Imágenes
femeninas" mostraban representaciones abstraídas de los genitales
femeninos como flores u otras formas biomórficas, como los de Judy
Chicago, o Hannah Wilke. Innovadoras pero al mismo tiempo fútiles,
les resultaba difícil competir utilizando los mismos signos de la
opresión"8.
En pleno desarrollo del arte posmoderno y deconstructivista de los 80,
Griselda Pollock y Rozsika Parker señalaban cómo la mostración
del cuerpo propio de la artista enfrenta siempre la dificultad de desprenderlo
de la mirada masculina: "El cuerpo de la mujer –escribían- colonizado,
apropiado, mistificado y definido por la fantasía del hombre, es
ahora reclamado en el arte feminista. Pero ese es un proyecto difícil
y equívoco (…) ¿cómo puede diferenciarse esa representación
de otra sexista?"9.
La respuesta la intentaron las artistas de los años 80: Barbara
Kruger, Jenny Holzer, Sherrie Levine, Cindy Sherman, o Louise Lawler. Ellas
realizaron un espléndido trabajo de crítica de la representación,
poniendo en evidencia los códigos sociales dominantes.
Pero el arte en los 90 ha dado un giro existencial. Ya no se trata tanto
de desenmascarar, de desarrollar un movimiento puramente negativo y crítico.
Se trata más bien de mostrar el cuerpo y el sexo con una total
libertad de prejuicios. El arte de los 90 es un arte que parece decidido
a deslizarse a una fase más existencial, como si una vez aquilatada
la desconfianza en la representación, los/las artistas optaran por
desarrollar nuevas formas expresivas más cercanas a la propia vida.
Los principales temas planteados por las artistas mujeres son ahora: la
identidad múltiple y la mascarada, el cuerpo y la biografía,
la narratividad, y el desarrollo de nuevas formas expresivas utilizando
la performance, la fotografía o el vídeo.
Las artistas exhiben ahora abiertamente su identidad, su experiencia.
La diferencia es que son ellas las que proponen y las que deciden. Las
representaciones del cuerpo femenino expresan el deseo de subvertir los
códigos, pero no imponiendo ninguno otro alternativo. Tratan de
deconstruir todas las construcciones, de minar el interior de las convenciones.
El elemento subversivo consiste en romper el sistema de significación
dominante. Todos/as podemos ser otro/a.
Pero no nos engañemos. No es una situación feliz, ni lograda,
la que se refleja. Su desparpajo no oculta la dificultad de su apuesta.
Y sus personajes-ficción no enmascaran el temor real a salir a la
luz.
Triunfo y paradoja del devenir no-sujeto: la reivindicación
de la identidad múltiple.
¿Se ha cumplido el sueño de Deleuze real o sólo
aparentemente?. ¿Somos ahora y realmente la expresión de
un "cuerpo sin órganos"? El paradigma crítico del sujeto
unitario encuentra su núcleo teórico en las teorías
psicoanalíticas, deconstruccionistas y postestructuralistas. Se
produce entonces el salto del ser autoconsciente al ser contingente, interpretable,
que reconoce la ausencia de fundamento. Sobreviene, escribe Rosi Braidotti,
"el fin de la transparencia, universalidad, eternidad y trascendencia del
sujeto cartesiano (que) deja de ser entendido como una entidad racional
internamente autoreferencial, para convertirse en una exterioridad dinámica"10.
Y en el terreno artístico sin duda asistimos a su representación.
Identidades posthumanas, cuerpos posthumanos, es el lugar en el que
a lo largo de los 90 una pléyade de artistas trabaja para tematizar
el disfuncionamiento mismo del cuerpo y la dificultad de construcción
o representación de una identidad.
Todos recordamos este "cuerpo sin órganos", esta obra de Jana
Sterback, una estructura metálica incandescente que se dota de contenido
experiencial a partir de la referencia al texto de Medea proyectado en
la pared.
Hoy, en la red las artistas también trabajan con la paradoja
de su construcción / destrucción. Tina Laporta, por ejemplo,
nos presenta "Traducción (…) Expresión"11
el proyecto de una instalación en la que una estructura del cuerpo
femenino puede ser modificada, construida, y proyectada, según nuestras
propias indicaciones.
El deseo ya no se adapta a una realidad que se conciba como histórica,
en el sentido freudiano, sino como estructural e intangible. No hay sujetos
o identidades, sino "máquinas deseantes". |
El deseo como tal es la última subversión,
debido a su carácter incodificable, imposible de manejar. Somos
"cuerpos sin órganos". El "cuerpo sin órganos" sirve de superficie
donde se inscriben todas las "disyunciones"12. He
aquí la fuerza revolucionaria inherente a toda producción
humana. De una codificación de toda producción humana, bajo
la aparente legislación del deseo, a una decodificación a
través de la liberación de los flujos de la libido.
En el terreno de la producción artística las consecuencias
son definitivas. Crítica a la representación dada, y subversión
radical de la imagen al pensar lo artístico como superficie liberadora,
expresión de esa máquina infinitamente deseante.
Parece entonces oportuno analizar toda una serie de trabajos recientes
que juegan con la idea del movimiento libre de identidades y sexualidades.
El ya famoso cuerpo seductor de Jenniffer Mille (1995), obra
de Zoe Leonard, puede ser ejemplo de esta celebración de la identidad
múltiple, ambigua.
También podríamos hablar de una serie de trabajos que
destruyen los estereotipos clásicos de la identidad femenina introduciendo
una serie de elementos típicamente masculinos -principalmente barbas
y pelos-. Me refiero a obras como "La femme et le barbu"(1975) de Annette
Messager, o la conocida camisa peluda de Jana Sterbak. Con mucho humor
e ironía, también podríamos hablar del proyecto en
la red "Women with Beards", de un colectivo de artistas mujeres
que nos presenta un calendario del futuro 2000 con imágenes de mujeres
sexis pero barbudas. Sin duda lo que se pretende es que la identidad y
el sexo estén más allá de cualquier categoría
establecida. |

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Mirar y contar otras historias.
Otro aspecto a tener en cuenta es la voluntad actual de muchas jóvenes
artistas de contar historias, poniendo en juego otras miradas y otros protagonistas.
El caso de Monica Bonvicini me parece especialmente interesante. Ella
se plantea la relación con el espacio y la identidad. "La arquitectura
-dice- es un perfecto ejemplo de trabajo sobre la identidad. En algunos
de mis trabajos el foco esta centrado primariamente sobre los problemas
de la construcción sexual de la identidad…". La casa es el lugar
tradicionalmente asignado a la mujer, pero paradójicamente no son
ellas las que lo construyen. Sus frases y dibujos ponen en cuestión
los estereotipos tradicionales de la arquitectura -por ejemplo, este dibujo
ironiza sobre la conocida frase de Le Corbusier que define: "Una ventana
es un hombre, pues se mantiene erecta"- |
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En este otro trabajo, Ann-Sofi Siden ironiza con los mecanismos de
control audiovisual. En su instalación, unos diecisiete monitores
en blanco y negro se intercalan con toallas, sábanas, y objetos
de limpieza en una habitación de servicio característica
de hotel. Allí hay alguien que controla, que vigila las vidas de
los huéspedes. Pero en este caso, quien mira es una mujer. Una antiheroina
femenina que trata de asumir el control de la situación y de aceptar
su esquizofrenia. |
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Otras autenticas heroinas, en este caso no anónimas sino olvidadas,
son las mujeres de las fuerzas aéreas a las que Simone Aaberg Kaern
construye un pabellón conmemorativo. La instalación presenta
decenas de retratos de mujeres piloto de la Segunda Guerra Mundial, mientras
un tumultuoso ruido de aviones resuena por encima de nuestras cabezas.
La identidad de la mujer ha sido construida olvidando estas acciones -obviando
la participación de las mujeres en la guerra. Su proyecto cuestiona
la construcción de la identidad femenina en el mundo capitalista,
donde como dijo Marx, "todo lo sólido se desvanece en el aire".
|
Un último ejemplo de este mirar y contar otras historias se
observa en las fotos de la pareja Teresa Hubbard & Alexander Birchler.
De nuevo se nos muestra una mirada voyeuristica. Y de nuevo desemboca en
la foto narrativa. En este trabajo, el ojo de la cámara penetra
en el interior de un ambiente y descubre actitudes de hombres y mujeres
que se creen solos y que actúan en la intimidad de su espacio privado.
Narraciones que constituyen relatos de experiencia, discursos biográficos.
Pero que inevitablemente, como en un bucle, vuelven al origen mismo de
la no subjetividad, para transformarse en el relato de la propia ficción
del autor. No se trata de desvelar a un ser ignorado por la historia, sino
de mostrar la misma ficcionalidad de la construcción del sujeto13.
La mascarada de la identidad. ¿De lo transexual a lo transgenérico?
La aventura reside ahora en "hacer efectiva la política de la
parodia" tal y como propone Rosi Braidotti. Por supuesto, a partir de una
posición paradójica el no-sujeto moderno crea una ficción
de identidad que funciona "como si". "La filosofía feminista del
"como si" -escribe Braidotti- no es una forma de rechazo sino más
bien la afirmación de un sujeto que carece de esencia, es decir,
cuyo fundamento ya no es la idea de la "naturaleza" humana o femenina,
sino un sujeto que es capaz a la vez de acciones éticas o morales.
Cómo nos advierte lúcidamente Judith Butler, la fuerza de
lo paródico radica, precisamente, en convertir la práctica
de la repetición en una postura que nos dote de poder político"
14
.
El camino que estamos insinuando tiene una fuerte impronta política
y ética. Ya no se trata de enfrentarnos con lo transexual -con lo
que esta más allá del sexo-, sino de si verdaderamente somos
capaces de abordar lo transgenérico -es decir, de ir más
allá de las asignaciones ideológicas y sociales en la construcción
de la diferencia sexual. Recordemos a Baudrillard: "El cuerpo sexuado está
entregado a una especie de destino artificial. (…) Transexual no en el
sentido anatómico, sino en el sentido más general de travestido,
de juego sobre la conmutación de los signos del sexos"
15 . La cuestión sería la de ser capaces de traspasar
la barrera de los géneros -el universo de valores tanto de la intimidad
como de lo público asignados a la diferencia sexual. Esta opción
no sólo es difícil porque conlleva una transformación
política de las condiciones de nuestra sociedad, sino porque supone
además una apuesta personal.
La obra de Vanessa Beecroft que presenta performances de jóvenes
modelos en ropa interior en galerías o museos, representa en cierta
forma toda esta complejidad. Ironía, glamour, la falsedad de la
moda, el disfraz, la máscara, la parodia de la construcción
de la feminidad …. La crítica Rachel Greene escribió a propósito
de su trabajo: "Las posibilidades del arte hecho por mujeres ha cambiado
profundamente en estos últimos treinta años. Como una joven,
mujer artista trabajando en los noventa, Beecroft esta en una complicada
pero potencial posición liberada. El advenimiento de un feminismo
"pro-sex", la reapropiación de la moda femenina, el cambio de sentimiento
hacia el cuerpo femenino, los residuos del sexismo -todas estas cosas convergen
en la obra de Beecroft" 16 .
Sexo y género. Cuerpo y subjetividad. El cuerpo no es la imagen
de un sujeto centrado y de un deseo único, ni tampoco el lugar de
la opresión, el sometimiento y la castración simbólica.
Más bien, es el territorio de todos los experimentos. Para ello,
el cuerpo sobre el que se trabaja no es el dominio asignificante establecido
por la tradición. No es el cuerpo virgen, acultural, previo a la
socialización. Al contrario, es el cuerpo que surge una vez se han
remodelado todas las prácticas discursivas. Es el cuerpo como producto
de todos los efectos normativos, las relaciones sociales, las redes de
poder, el cuerpo como expresión de todas aquellas estrategias que
determinan nuestro placer y nuestro sufrimiento.
El cyberfeminismo: el sueño de la gran esperanza.
Hablar de feminismo o postfeminismo actual y no hablar de cyberfeminismo
es casi imposible. Estamos lanzados a la aventura de la red. En un sentido
amplio, tendríamos que hablar del cyberfeminismo entendido
como el espacio de posibilidades que se dan para el pensamiento y el activismo
feminista en la red. En la actualidad se vislumbra como un contexto inevitable
para analizar nuevas formas de sexualidad e identidad. Se parte de la idea
de que no se trata de exhibir un "cuerpo real", sino de representar más
bien sus muchas posibilidades.
Recordemos el "Manifiesto para Cyborgs" de Haraway: "La imaginería
del Cyborg puede sugerir una salida del laberinto de dualismos en
el que hemos explicado nuestros cuerpos y nuestras herramientas a nosotras
mismas. No se trata del sueño de un lenguaje común, sino
de una poderosa e infiel heteroglosia. (…) A pesar de que los dos bailan
juntos, prefiero ser un cyborg que una diosa"
17 .
El territorio de la red resulta entonces abiertamente "seductor" para
la intervención de las mujeres, pero sin duda también un
gran reto y una gran responsabilidad. "El cyberfeminismo –escriben Faith
Wilding y el Critical Art Ensemble- es una promesa de la nueva ola de pensamiento
y práctica postfeminista. A través del trabajo de numerosas
mujeres activistas en la red, hay ahora una distinta presencia cybefeminista
que es fresca, desvergonzada, ingeniosa, e iconoclasta frente a muchos
de los principios del feminismo clásico. Al mismo tiempo, es evidente
que el cyberfeminismo sólo ha dado sus primeros pasos".
Está claro que el tema de los cuerpos y las identidades es un
tema recurrente en todo el discurso cyberfeminista -"el cuerpo ya sea obsoleto,
cyborg, tecno, porno, erótico, polimorfo, recombinado, fantasmal
o vírico" 18 . La idea que les interesa
a las cyberfeministas es la del "cuerpo posthumano", la del nuevo cyborg,
la reorganización del mundo orgánico en torno al modelo de
la máquina inteligente.
Un punto de partida agresivo, activista, y militantemente feminista
fue el que adoptaron las VNS Matrix, un grupo de cuatro de artistas y activistas
surgidas en Adelaida (Australia) que escribieron el primer Manifiesto Cyberfeminista
-"El Manifiesto de la Zorra/Mutante" 19 -
a principios de los 90. Su radicalidad y provocación se observa
en su lema: "el clítoris es una línea directa a la matriz".
Ellas son propulsoras -como argumenta Alex Galloway- "de una política
liberacionista de confrontación sin remilgos para las mujeres en
la matriz digital" 20 . Y propugnan una
alianza subversiva entre la máquina y el cuerpo de la mujer.
En el terreno teórico favoreciendo esta alianza entre mujer y
máquina se posicionan Sadie Plant y Sandy Stone
21 . Sandy Stone, en uno de sus primeros ensayos, ayudó
a formular las claves para los debates contemporáneos sobre la situación
del cuerpo en las comunidades virtuales. La introducción del cuerpo
en el espacio virtual genera significados a través de la articulación
de diferencias entre cuerpo y no-cuerpos, espacio y no-espacios. En este
sentido, Stone afirma que las nuevas tecnologías no son agentes
transparentes que eliminen el problema de la diferencia sexual, sino medios
que promueven la producción y organización de cuerpos sexuados
en el espacio. Ese espacio virtual, por tanto, se representa como una prótesis,
como una enorme prolongación de nuestros cuerpos. Un espacio privilegiado
para diseñar nuestro futuro.
Para Sadie Plant, la estructuras de poder, que han favorecido discriminatoriamente
a los hombres deberían hacerse igualitarias mediante un proceso
de descubrimiento y valoración de elementos femeninos. La historia
de su famoso libro, Ceros + Unos (1998) 22
gira
entorno a la historia de Ada Lovelace, la primera programadora de ordenadores
del mundo. En él desarrolla la idea central de su pensamiento: "La
cibernética es feminización. La tecnología puede aportar
al feminismo algo que nunca tuvo a su disposición, la oportunidad
de borrar lo masculino de principio a fin" 23 .
La metáfora de la matriz es esencial, en tanto que convierte a la
mujer en una fuerza simbólica definitiva. El código binario
de la máquina sustituye a los símbolos tradicionales de valor
-el falo, la ley, el padre,…-. Sadie Plant apuesta por la alianza entre
mujeres, máquinas y la nueva tecnología como lo verdaderamente
revolucionario. |
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Algunas de las obras creadas específicamente para la red siguen
casi literalmente esta propuesta de feminización del no-cuerpo digital.
Las VNX Matrix describen su trabajo como "arte coño", un trabajo
que "se centra en una utilización cruda, carnal y expresiva del
cuerpo". "Netzbikini" (Red biquini), de Eva Grubinger
24 , es un proyecto que "parodia la acción de comprar
un biquini poniendo en oferta distintos modelos que se pueden descargar
de la red y coserse con 'material de red, fino y transparente'. El proyecto
se convierte en interactivo cuando se pide a los usuarios que envíen
fotos de sí mismos con sus nuevos biquinis"
25 . |
Dentro de un discurso mucho más literario y narrativo está
la obra de Olia Lialina, Mi chico volvió de la guerra, que
recrea una ficción literaria alrededor del regreso de su novio hecho
prisionero. Los freims de la pantalla dividen lo masculino y lo femenino
y crean metáforas de la división de géneros, de la
división de roles. Las ventanas en las que se va dividiendo sucesivamente
la pantalla nos sugieren que no es una experiencia directa. El juego de
blancos y negros especula con las relaciones en el matrimonio y con los
muertos. Diferentes emociones bajo otro punto de vista se suceden en nuestro
interior -esperanza, ansiedad, anticipación.
Así, como señala Teresa Sentf en tanto que la red está
ahí y actúa también como un espacio de representación
simbólica de nuestro mundo, el feminismo parece obligado a transformar
"la política del cuerpo de la escritura femenina" y acercarse a
la "instauración de la política cyborg de la escritura
digital" 26 .
La irónica colonización de la red, la feminización
de ese sujeto sin sustancia en lo virtual, es sin duda un paso imprescindible
en esa subversión de los poderes establecidos. La pregunta clave
para mí es si se da un espacio transgenérico entre los individuos,
y si realmente lo deseamos.
Recordemos que Judith Butler planteó muchos de estos problemas
en su ya famoso libro Problemas de género". En él,
intentó desarrollar una crítica a lo que consideraba como
"construcciones ontológicas de la identidad". E imaginó un
camino de futuro a partir de una producción del género absolutamente
deconstruida. "El género -escribía- es un complejo cuya totalidad
se posterga permanentemente, y nunca es plenamente sí mismo en un
momento específico en el tiempo. Una coalición abierta, pues
(…) supondrá un ensamblaje abierto que permitirá convergencias
y divergencias múltiples sin obedecer a un telos normalizador que
determine una definición cerrada" 27 .
Creo que las artistas, las teóricas, y en general las mujeres
contemporáneas, han elegido un camino en el que no se trata de invertir
los roles, sino de reivindicar su capacidad de elección. Las artistas
están actuando desmitificando, desajustando los valores establecidos
para los géneros. Están haciendo herencia y memoria futura
de su propia experiencia -construcción performativa de la "norma"
diría Judith Butler- para disfrutar de la palabra por derecho propio,
para dar rienda suelta a su propio placer.
Tal vez la dificultad reside en saber de qué manera se resolverán
las contradicciones que determinarán este mundo posthumano. Parece
que todas las artistas, y teóricas experimentan con la postsexualidad.
"El cyborg es una criatura en un mundo post-sexual"
28 , profetizaba Haraway. Sin embargo, la cuestión más
radical será la de alcanzar lo transgenérico.
Pongamos que el siglo XX, como profetizó Foucault, va a ser Deleuziano.
Podemos ahora preguntarnos: ¿será el siglo XXI Derridiano?
¿Será una puesta en escena del pensamiento derridiano de
la "differance", del diferir de las diferencias?
Según Judith Butler: "No hay una identidad de género detrás
de las expresiones del género; esa identidad es performativamente
construida por las mismas "expresiones" que se dicen, son su resultado"
29 . Puede que hacia allí avancemos.
Y, por último: ¿Qué sentido tiene el feminismo
en el horizonte de la democracia igualitaria?
Mucho. Espero que mi discurso no parezca demasiado optimisma. Una cosa
es el arte, la teoría y el cyberespacio, y otra la realidad. Hay
otros mundos -que están precisamente en éste-, en que las
desigualdades, las injusticias, y la opresión siguen siendo algo
habitual. Por otra parte, la situación política de la red
es mucho más compleja de lo que he podido describir aquí.
Trabajo marginal y comunicacional excluido de las redes de poder establecido,
economía sumergida,…
Faith Wilding en un ensayo sobre el tema proponía una performance
desde luego muy lúcida: Aparece la performer vestida con uniforme
de criada y delantal, se sienta delante de un ordenador y empieza a escribir
estas palabras:
Este es una historia acerca del trabajo sin fin.
Esta es una historia acerca del trabajo de las mujeres por el mantenimiento
y la supervivencia.
Esta es una historia acerca de trabajo del cuerpo de la mujer en
la invisible economía femenina de la producción y la reproducción.
Mientras tanto, la siguiente serie de palabras se proyecta en una pantalla
de vídeo:
Limpiar, lavar, barrer, cocinar, comprar, archivar, seleccionar,
copiar, cursar, cortar, barrer, pegar, insertar, formatear, enviar e-mails,
gritar, buscar, clickar, quitar el polvo, limpiar, etc."
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El milenio se inaugura sin duda con operaciones de alto riesgo desde
todos los puntos de vista político, económico, social, y
por supuesto respecto a la subjetividad de los individuos. Sin duda la
lucha de las mujeres ha sido imprescindible, pero la dinámica democrática
sigue siendo insuficiente y los roles aplicados a los sexos se renuevan
sin cesar. La batalla para alcanzar las metas pendientes requiere no sólo
las transformaciones necesarias para que las mujeres adquieran las posibilidades
estructurales para acceder al mundo del trabajo en plena igualdad de condiciones,
sino además una feminización del poder, del capitalismo,
de los imaginarios simbólicos de nuestra sociedad. Y esto como podéis
suponer no es una tarea fácil. |
 |
En la reciente Bienal de Venecia hubo dos obras que impresionaban especialmente
por su carácter enigmático, y porque en ellas daba la sensación
de que se encontraba la respuesta escondida a la construcción del
futuro. Una era la de Pipilotti Rist. Una gran instalación recreaba
el espacio más íntimo de la construcción del sujeto,
una casa, un jardín, proyecciones de vídeo y música
que recreaban recuerdos -memorias fragmentadas de experiencia. La otra
era de Rosemarie Trockel. A través de tres proyecciones la artista
introduce al espectador en el horizonte de la posibilidad de un "pensar
diferente". Un ojo gigante en blanco y negro recibía y parece sugerir
los caminos opuestos hacia los cuales mirar. En un lado, otra proyección
representa un lugar futurible del dormir. En el otro, en un espacio público
niños y viejos disfrutaban del momento del descanso. Vida y muerte,
niñez y juventud, día y noche,… opuestos, contrarios, diferidos,
sin ninguna lógica en su transición. ¿O quizás
sí? |
La experimentación que podamos hacer desde la teoría
y la práctica feminista sobre las transformaciones del género
iluminará nuevas formas de estar en el mundo. Pero al final, será
siempre una decisión nuestra, íntima de cada uno de nosotros,
respecto a nosotros mismos y respecto a los otros/otras. La lucha más
encarnizada, más amarga, de deseos y renuncias, será silenciosa. |
Notas
-
Extracto de la conferencia dictada en el ciclo Genealogías del
arte contemporáneo: 1968-2000, coordinada por Carles Guerra
dentro del programa Els juliols de la Universitat de Barcelona,
realizado durante el mes de julio de 1999.
-
Dan Cameron, «Post-Feminism», Flash art, nº 132, Febrero/Marzo,
1987, pp. 80-83.
-
Gay Lynn Crossley & Elisabeth Joyce, Forum Postfeminista, (nº
de la revista EBR, 1996), en Estudios online sobre arte y mujer,
w3art.es/estudios
-
Kiki Smith--escultora/artista de instalaciones. Tribe 8--grupo de música
rock y punk de San Francisco integrado por lesbianas. Deb Margolin--artista
de "performance". Maria Damon--crítica literaria . Ann Hamilton--artista
de instalaciones . CAE--colectivo vanguardista de escritura y "performance".
Eurudice--escritora, ganadora de la edición 1990 del premio FC2
por la obra F/32. Guerrilla Girls--grupo feminista activista de artes plásticas.
-
En el Reino Unido Bad Girls fue organizada por el ICA de Londres
y CCA de Glasgow y comisariada por Kate Bush, Emma Dexter y Nicola White.
En EEUU en 1994, Bad Girls inaugurará con dos exposiciones
simultáneas en The New Museum, Nueva York y la UCLA Wright Art Gallery,
Los Angeles. Fue comisariada por Marcia Tucker, directora de The New Museum
y Marcia Tanner, comisaria independiente de San Francisco.
-
Laura Cottingaham en el texto, "¿Pero que tienen de malo estas chicas
malas?", Bad Girls, ICA , Londres, 1994. En Estudios online sobre
arte y mujer, w3art.es/estudios
-
Las artistas de la exposición eran: Cherry Smyth, Helen Chadwick,
Dorothy Cross, Rachel Evans, Nicole Eisenman, Nan Goldin, Sue Williams.
-
Críticas como Lucy Lypard comentaban en ensayo de 1976: "es un abismo
sutil el que separa el uso de la mujer por el hombre para la estimulación
sexual, de la utilización de la mujer por la mujer para exponer
el mismo insulto". Lucy R. Lippard, "European and American Women's body
art," Art in America, 64, Nº 3. mayo-junio 1976; republicado en From
the center (New York, Routledge, 1992), pp. 135-145.
-
Griselda Pollock y Rozsika Parker, "Strategies of Feminism. Introduction",
Framing Feminism. Art and the Women's Movement 1970-1985, Londres y
Nueva York, 1986, p. 261.
-
Rosi Braidoti, Patterns of Dissonance, Polity Press, Cambridge,
1991, p. 3.
-
Se puede encontrar información sobre esta obra en los "estudios
online sobre arte y mujer": w3art.es/estudios
-
Gilles Deleuze y Felix Guattari (1972): El antiedipo. Capitalismo y
esquizofrenia, Barral Editores, Barcelona, 1974, p. 21.
-
Elizabeth Wilson escribe: "Así que ha habido un cambio desde la
autobiografía vista como fuente de verdad -un énfasis en
su función ejemplar y didáctica- hacia un reconocimiento
de la autobiografía como literatura". Elizabeth Wilson. "Tell it
like it is. Women and Confessional Writing", Sweet Dreams, Sexuality,
Gender and Popular Fiction, Lawrence & Wishart, London, 1988, p.
26.
-
Rosi Braidotti, "Un ciberfeminismo diferente", en Estudios online sobre
arte y mujer, w3art.es/estudios
-
Jean Baudrillard (1990), La transparencia del mal. Ensayos sobre los
fenómenos extremos, Anagrama, Barcelona, 1991, p. 26.
-
Algunos ejemplos de estas performances se pueden encontrar en los Estudios
on line. Vanessa Beecroft, "Proyectos", w3art.es/estudios.
Rachel Greene: "Vanessa Beecroft", RHIZOME.ORG.
-
Donna Haraway (1984), "Manifiesto para Cyborgs", en Ciencia, cyborgs
y mujeres. La reinvención de la naturaleza (1991), Cátedra,
Madrid, 1995, p. 311.
-
Lynn Hershman Leeson, "Romancing the Anti-Body: Lust and Longing in (Cyber)space"
en Lynn Hershman Leeson, Ed. Clicking In (Bay Press, 1996), p. 328.
-
Primer Manifiesto Ciberfeminista, "Manifiesto de la Zorra/Mutante", w3art.es/estudios
-
Alex Galloway, "Un informe sobre cyberfeminismo. Sadie Plant y VNS Matrix:
análisis comparativo", en w3art.es/estudios
-
Allucquère Rosanne Stone, "Will the Real Body Please Stand Up?"
en Michael Benedikt, Ed. Cyberspace. First Steps (MIT Press, 1992).
-
Sadie Plant (1997), Cero + Unos, Mujeres digitales + la nueva tecnocultura,
Destino, Barcelona, 1998.
-
Sadie Plant, "The Future Looms: Weaving Women and Cybernetics," en Lynn
Hershman Leeson, Ed. Clicking In (Bay Press, 1996), p. 132.
-
Eva Grubinger, "Netzbikini", w3art.es/estudios
-
Alex Galloway, op.cit.
-
Theresa M. Senft, "Interpretar el cuerpo digital -una historia de fantasmas",
en Estudios online sobre arte y mujer, w3art.es/estudios
-
Judith Butler, Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity,
Routledge, 1990, p. 8.
-
Donna Haraway, Simians, Cyborgs, and Women, Routledge, 1991, p.150.
-
Judith Butler, Gender Trouble, Op. Cit., p. 25.
-
Faith Wilding, "Duration Performance: The Economy Of Feminized Maintenance
Work". En Estudios online sobre arte y mujer, w3art.es/estudios
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