¿Qué son las Bad Girls (chicas
malas)? El hecho de que una exposición de mayor envergadura con
el mismo título* se presente ahora en los Estados Unidas indica
que la expresión tiene cierto valor en estos momentos, que se considera
un epíteto apto para al menos algunas de las prácticas actuales
en el arte contemporáneo.1 Se da por supuesto que los
museos en Gran Bretaña y los Estados Unidos no expondrían
obras que realmente considerasen malas, ni sería posible dedicar
exposiciones importantes a personas que no hayan llegado a su mayoría
de edad. Así se debe entender que las dos palabras del título
pretenden implicar unos significados fuera de su uso común. La aplicación
de Bad Girls dentro del contexto del arte parece invitarnos a entender
la expresión como irónica o de broma.
En el argot la palabra "bad" no es un término
despectivo. La utilización irónica para decir "excelente"
o "guay", nació en la cultura negra y urbana del jazz en los Estados
Unidos. No es simplemente el contrario de "good" puesto al revés,
como descripción, bad esta lleno de implicaciones dionisíacas:
la liberación de una discreción convencional, talento, una
determinación obsesiva, la temeridad y una extravagancia caprichosa.
Este es el uso de bad que se aplica a las agresivas estrategias
visuales empleadas por las tres artistas americanas de esta exposición.
Cuando se aplica la palabra bad a la modificación de girls,
bad da otra vuelta, otro aspecto con el doble estándar convencional
referente a la actividad sexual; las chicas que practican sexo, son malas
en el sentido peyorativo tradicional.2 Todas las obras en esta
exposición pretenden presentar un desafio y deconstruir los códigos
dominantes estéticos y sociales, sobre todo los que intentan reprimir
y controlar la experiencia vivida y la expresión cultural.
Sin embargo, el título no viene de ellas;
ninguna de estas artistas se nombra a ella misma una Bad Girl.3
Por una parte, este título da un paso hacia atrás para
reinvertir y renovar las convenciones tradicionales; su significado literal
es peyorativo e infantil. La ironía y el humor que el título
pretende alumbrar nos recuerda que las artistas presentadas bajo esta etiqueta,
a pesar de las apariencias museísticas, todavía tienen que
sufrir una clasificación dentro de una sub-cultura en lugar de colocarse
en la cultura dominante. La necesidad de recurrir al argot, al lenguaje
callejero, como herramienta para situar y anunciar estas obras indica que
esto es arte que queda fuera de los aparatos organizadores de nuestra cultura,
que esto es un arte inquieto e incómodo. Y es verdad.
En el sentido más convencional y conservador,
las artistas americanas de esta exposición Nicole Eisenman,
Nan Goldin y Sue Williams todas son malas. Los temas con que juegan
el sexo, la violencia, más sexo, la droga no se consideran
apropiados para la conversación de la mesa, ni son material que
muchos creen aceptables en el discurso del arte. Las características
formales de sus obras son también susceptibles de acusaciones conservadoras
de maldad: Eisenman y Williams son capaces de unos dibujos y pinturas muy
desordenados y Goldin admite con mucha seguridad que sus fotos empezaron
como reacción contra los valores formales, como rebelión
contra "la obsesión por la tecnología que dominaba el mundillo
de la fotografía en los principios de los años setenta."4
La "maldad" de estas artistas está subrayada por la audacia con
que transforman y se enfrentan a las experiencias no convencionales, subculturales
y perturbadores. Las tres trabajan en modelos enunciativos que se niegan
a idealizarse o a quedarse silenciosos. Eisenman, Williams y Goldin han
salido de los términos normativos de la sociedad y su arte; aunque
deberíamos preguntarnos si, como mujeres, han estado alguna vez
dentro de ella.
Las transgresiones realizadas en las vidas y los
productos artísticos de estas artistas son reconocidas y obvias
a aquellos de nosotros que hemos crecido bajo los valores dominantes de
la clase media, la sociedad anglo-derivada, sobre todo a aquellas que hemos
sido adoctrinadas como girls. Al mismo tiempo, estas artistas también
transgreden algunas de las normas asociadas con la herencia estética
de la política radical en que deben situarse, es decir, el feminismo.
Distinto de la conciencia utópica que formaba el fundamento del
desarrollo en el arte de mujer en los Estados Unidos durante la segunda
etapa del feminismo de los años setenta, estas artistas son ambivalentes,
ligeras, frecuentemente cínicas y a veces desanimadas. Sus obras
varían entre una clase de realismo pesado y un rechazo de la misma
posibilidad de la realidad como un lugar fijo y documentable. Cada una
es sospechosa de lo que ha presenciado y sentido: esta ambivalencia con
respeto a la veracidad de su subjetividad es la tensión mas frecuentemente
realizada en sus obras y también es esto lo que les diferencia de
otras practicantes, sobre todo de sus antepasadas utópicas y pro-mujer
de los setenta. Las lesbianas cachondas de Eisenman no son las mismas que
aparecen en la poesía agridulce de amor de Adrienne Rich; las mujeres
abusadas de Williams no hubieran sido invitadas a sentarse entre los personajes
femeninos famosos en el Dinner Party de Judy Chicago; y de las mujeres
de Nan Goldin se podría decir que muchas de ellas ni son mujeres
de verdad.
Sin embargo, aunque sean diferentes y aún
contrarios a las estrategias y los objetivos del arte feminista de los
setenta, estos trabajos forman parte de la herencia de aquel movimiento.
La dependencia de la autobiografía como lugar artístico es
quizás el vinculo más definitivo entre estas artistas y sus
antepasadas. Previo al movimiento del arte feminista, la autobiografía,
junto a cualquier contenido en general, no se consideraba una fuente apropiada
para la producción del arte. A pesar de los gestos personalizados
que entraron en juego casualmente, que podemos identificar en las manchas
de Jackson Pollock, las dianas de Jasper Johns o en las formas geométricas
de acero de Donald Judd, el arte americano de los cincuenta a los setenta
era definido críticamente para seguir una evolución formalista.5
Si el minimalismo ahora se considera como la última manifestación
de lo moderno, es únicamente porque el feminismo lo interrumpió.
La prioridad otorgada a la autobiografía
dentro de las normas formativas del arte feminista de los setenta evolucionó
a partir de la posición central que ocupó la concienciación
como metodología primaria del activismo durante la Segunda Etapa.
La reivindicación de las memorias personales, sobre todo las construidas
según la sobredeterminación de la subjetividad femenina como
circunscrita en un sentido de inferioridad corporal, humillación
sexual, y otras penas identificadas por mujeres, sirvieron como base para
la concienciación. Las artistas feministas de los setenta, como
sus compañeras en el movimiento activista, utilizaban la concienciación
como método.6 Para las activistas, la concienciación
era el primer paso necesario hacia la auto-enseñanza que podría
permitir a las mujeres organizarse y sublevarse: para las artistas se consideraba
el proceso a través del cual la experiencia particular de la mujer
podría revelarse para su introducción posterior en el arte.
Para Eisenman, Williams y Goldin, la memoria y
la experiencia forman una base artística aunque tengan poco sentido
en términos de un propósito revolucionario o utópico.
Sus obras no manifiestan ninguna coherencia lateral de valor o valores,
sino que producen una cadena elíptica de alteridad que se compromete
constantemente al proceso de trastornar y ajustar no sólo los valores
paternales pero también maternales las visiones idealizadas
y utópicas de sus antepasadas feministas-.
Esta sensibilidad ansiosa, no resuelta, y provocadora
colabora con el estado perplejo de la teoría y activismo feminista
de hoy en día. Cuestiones que nunca se proponían, o se resolvieron
con demasiada rapidez durante los años setenta, han creado una situación
confusa con respecto a algunos temas, tales como el género como
categoría, la pornografía, la alianza entre lesbianas y no
lesbianas, el deseo sexual femenino, y lo que significa "representar de
las mujeres". ¿Qué es una mujer? ¿Cómo pueden
participar las mujeres en una cultura que tanto nos excluye como nos incluye?
¿Cómo pueden las mujeres revindican la visualidad despreciada
de la mujer como signo del cuerpo, del sexo, de objeto de intercambio
entre hombres? Estas eran las primeras cuestiones que se propusieron las
artistas femeninas durante los setenta y las mismas investigaciones aún
siguen abiertas, aunque se reformen. En el activismo, como en el arte,
el modelo feminista ha pasado por muchos ajustes. Bajo la influencia de
la problematización postmoderna del "yo", algunas teóricas
desacreditan la utilidad del termino "mujer", mientras las activistas se
discuten a quien deberían organizar, si las mujeres realmente no
existen. 7 Por ejemplo, hace poco en una reunión de las
Lesbian Avengers en Nueva York, surgió un debate sobre un tema que
hubiera sido poco probable en el orden del día de algún grupo
feminista o lesbiano en los años setenta: si el grupo debería
aceptar transexuales masculino-femenino que a sí mismas se consideran
lesbianas. (El grupo votó que sí.)8 Los debates
que tratan del deseo sexual femenino que han tenido lugar últimamente
dentro de las discusiones de la pornografía, empezaron en los últimos
años de los setenta y aún siguen, aunque se hayan dado muchas
vueltas. Mientras en los setenta y los principios de los ochenta, una crítica
general de la pornografía era la corriente principal entre las que
se consideraban feministas, hoy en día la mayor parte de las intelectuales,
artistas y activistas que se consideran feministas se oponen abiertamente
la crítica de la pornografía.9
En su ¿Are you pro-porn or anti-porn?
Sue Williams representa el debate de la pornografía quizás
el tema mas controvertido de los últimos veinte años. En
la parte de arriba del cuadro una mujer desnuda con los pies y los manos
atados a dos caballos que se alejan a galope en direcciones contrarias,
mientras la parte de abajo se llena de mensajes confusos verbales y visuales
sugiriendo que esta polémica no vale nada. Los temas feministas,
los juegos de palabras, las alusiones feministas, constituyen el fondo
de las evocaciones directas de la memoria personal de Williams. En Your
bland essence 1992 juega con el discurso sobre el esencialismo, sobre
todo como acusación frecuentemente dirigida a los intentos de generalizar
la experiencia de la mujer, y ocasionalmente dirigida a la base esencializada
de la idea de la masculinidad. Este cuadro rojo y lleno de manchas presenta
una colección de figuras abyectas, metidas entre aseos, que no siguen
los dictados de la anatomía ni tampoco las nociones idealizadas
del comportamiento humano. El texto extensivo, en forma de graffiti,
incluye comentarios irónicos tales como "Hey, you want something?
Grow a dick. Get a life"(¿Buscas algo? Consíguete una
polla. Búscate la vida ); y un imagen de chupar pollas es titulado
irónicamente como "pure fememinity"(feminidad pura).
El trabajo de Eisenman, expuesto en forma de dibujos
dispersos sobre papel, colgados de cualquier modo, o murales grandes pintados
directamente en la pared, suelen mostrar más precisión sistemática
y composición convencional que las protestas más viscerales.
Para Eisenman, las transparentes capas rojas y blanquecinas de pintura
de los maestros del renacimiento y la cursilería listilla de los
dibujos animados de las mañanas de sábado conspiran para
transmitir representaciones honestas y inquietantes de unas narrativas
experimentadas o imaginadas, en parte biográficas en otra fantasías.
En Trash's dance 1992, docenas de mujeres grandotas se congregan
alrededor de una figura que les domina desde su postura encima de una barra.
Esta figura central proviene de un personaje popular del downtown
de Nueva York: Trash es una entretenedora y exhibicionista conocida en
los bares de lesbianas. Pero la danza de Trash, aunque domine por su tamaño
y su ubicación, forma un fondo para las narrativas personales que
desarrollan alrededor de la barra; muchas del muchedumbre se quedan inconscientes
de su actuación. Mientras una camarera recoge tímidamente
las botellas de cerveza, docenas de clientes se meten en varias formas
de flirteo y enfrentamiento. Frecuentemente las obras de Eisenman se sitúan
en el punto de vista del narrador omnipotente que ve todo, lo cuenta y
usualmente lo miente. La calidad vernácula de sus lineas u sus imágenes
se equilibran entre la sinceridad y la manipulación, entre la idealización
y el sabotaje. En The gay bash games 1993, por ejemplo, una turba
de atracadores de homosexuales empiezan su "deporte" en medio de un estadio
con espectadores pasivos y un vendedor de refrescos. En su papel de sátira
social, Eisenman prefiere lo perverso a lo didáctico.
Eisenman y Williams frecuentemente oscilan entre
los parámetros determinantes del arte y la experiencia vivida, muchas
veces para sugerir que las "bellas artes" y sus "maestros" han sancionado
demasiadas veces la subyugación simbólica y literal de las
mujeres. La obra de Williams incluye unas referencias a la misoginia de
Pollock, la mujer mutilada en la pintura de Picasso y David Salle y la
culpabilidad de Carl Andre en la muerte de su esposa. En Spiritual America,
1992, Williams se apropia y analiza el odio de las mujeres en la serie
bien conocida de pinturas de chistes de Richard Prince. Una de las primeras
piezas de pedofília de Prince, una foto de Brooke Shields, proporciona
el título de Spiritual America de Williams. Ésta reproduce
el look visual de uno de estos cuadros-chistes pero se niega a permitir
al texto (y por lo tanto a Prince) de tener la última palabra. Williams
desenfoca y confunde la sintaxis de un texto de Prince para que solamente
algunas bien eligidas de estas palabras sean descifrables: "Un hombre .
. . su psiquiatra . . . mi polla . . . no quiere empalmarse . . ." La última
línea contiene más claridad visual y ofrece una observación
(suplicando a Prince y los otros de su tipo?) menos irreverente que triste:
"Cada vez que cuentas un chiste, muere un sentimiento."
Quizás, lo más "malo" de Williams
y Eisenman es la ira y la parodia que dirigen al comportamiento de los
hombres, los hombres y su arte. En el mural de Eisenman The minotaur
hunt , 1991, dos mujeres amazonas matan a un Minotauro, un imagen que
se construye visualmente de la iconografía de Picasso, sugiriendo
la lucha personal de Eisenman contra las prerrogativas atribuidas a la
masculinidad como un signo del genio, y la asimilación fácil
a la historia del arte Euro-Americano de las imágenes de las mujeres
mutiladas. La burla dirigida al pene es una de las favoritas de Eisenman.
En un boceto incluido en la instalación del artista en la Trial
Balloon Gallery de Nueva York, un desnudo masculino en la pose presuntuosa
del Penseur de Rodin, aplica su pincel al paquete de otro hombre,
para proporcionarle un pene. Otro ridículo personaje masculino parece
dar el paseo a su pene como si fuese un perro -y el pene ha acabado de
orinar sobre una boca de incendios. Esta parábola visual sin título
sugiere que el papel del artista masculino se ha situado demasiado menudo
para servir los deseos egoístas de las hombres y para darles simbólicamente
su pene, su poder, su valor; Eisenman se niega colaborar en esto. En su
Captured pirates on the island of Lesbos, 1992, la castración
actúa como catalizador de un femenino delirio orgásmico.
Este dibujo es fluido y invierte la plétora de visualizaciones de
la violación de mujeres, por ejemplo The rape of the Sabine,
cuando las mujeres sáficas de Eisenman participen en el delirio
sexual y el desmembramiento de los hombres.
El poder y las pollas colaboran otra vez en The
art world can suck its dick, 1992. Dos figuras femeninas aparecen en
una carretera amarilla que conduce a un televisor que domina el horizonte.
Una de estas mujeres parece a Brigitte Bardot, la otra en cierta medida
a la misma artista, y un graffiti en un rincón del cuadro
exclama desesperadamente: ¡Las imágenes femeninas son una
broma! El intento de construir intencionalmente un vocabulario femenino
de imágenes era una de las investigaciones centrales del arte feminista
de los años setenta en los Estados Unidos, porque la representación
de las mujeres en la historia del arte y la cultura popular se consideraba,
igual que hoy en día, uno de los aparatos ideológicos mas
cruciales que apoya la subyugación de las mujeres. "Imágenes
femeninas" inspiradas por feministas en los años setenta incluyeron
representaciones abstraídas de los genitales femeninos como flores
u otras formas biomórficas, por artistas tan diversas como Pat Steir,
Judy Chicago, Hannah Wilke y Joan Snyder; imágenes conscientemente
positivas como la diosa, por ejemplo en los trabajos de Nancy Spero o Mary
Beth Edelson; o la celebración de las figuras femeninas de la historia
en los trabajos de Miriam Schapiro o Judy Chicago. Estas estrategias recuperativas
que pretendían revindicar la iconografía del cuerpo femenino
contra la sobredeterminación de la mujer como signo del cuerpo y
del sexo eran a la vez innovadoras y fútiles. Aunque fuesen innovadoras
en su insistencia en la necesidad de desafiar las imágenes normalizadas,
tuvieron que fracasar por su suposición optimista de que una reivindicación
exitosa de las representaciones de las mujeres podría actualizarse
con el uso de los mismos signos o con signos aparecidos. Entre las feministas
americanas de los años setenta, muchas tenían dudas sobre
un vocabulario de imágenes femeninas. Se discutió como un
objetivo y como una práctica. Sin embargo, el problema de la representación
de la mujer se quedó en un debate ingenuo durante los setenta, su
polémica nunca llegó a debatir más que unos comentarios
superficiales, o críticas vacilantes, tal como la de Lucy Lippard
en un ensayo de 1976: "Es un abismo sutil el que separa el uso de la mujer
por el hombre para la estimulación sexual, de la utilización
de la mujer por la mujer para exponer el mismo insulto."10 En
Gran Bretaña, sobre todo en Londres, un compromiso amplio con las
críticas neo-marxistas de la ideología ya existía
en la comunidad de los intelectuales del arte y el cine durante los últimos
años de los sesenta y los principios de los setenta. La polémica
de la representación de la mujer recibió una atención
mas sofisticada de los críticos Británicos, sobre todo Griselda
Pollock en su "What's wrong with "Images of Women"?"11
Una preocupación por el espectador, la mirada masculina, la inestabilidad
del sujeto, la imagen de la mujer y otras consideraciones con respeto a
la producción y la recepción de lo visual, siguen inquietando
tanto a las espectadoras feministas como a las artistas. Pero las obras
de Eisenman, Goldin y Williams están menos motivadas teóricamente,
que los métodos de "foto con texto" practicados por artistas americanas
en los ochenta tales como Barbara Kruger, Sherrie Levine y Jenny Holzer.
Aunque sea fotográfica en su forma y apariencia,
la obra de Goldin tiene poco en común con las imágenes impecables
de Cindy Sherman o la claridad publicitaria que favorece Kruger. Goldin
ha hablado muchas veces de un "diario visual". Pero su utilización
de lo autobiográfico, distinto a la de Williams, no se basa en la
memoria del pasado, sino en pretender fijar el presente. Las fotos de sus
amigos, sus amantes, travestís, gente de las discotecas y otros
miembros de su ambiente tolerante empezaron a los finales de los años
setenta y se expusieron por primera vez en los bares y las discotecas,
en forma de pases de diapositivas con música.12 La obra
de Goldin desplaza el uso tradicional de la foto en las "fotos de familia"
y reemplaza el sujeto típico (madre, bebe, el árbol de navidad,
las vacaciones, la fiesta de cumpleaños) por sujetos opuestos a
la noción de la familia nuclear. Paralelamente, la sintaxis y el
tono de su trabajo contradice el marco convencional de la foto familiar:
Goldin no pretende coger sus sujetos en sus mejores momentos (la sonrisa
como el requisito normal del retrato familiar idealizado), y su coordinación
tampoco, con la excepción de obras como Joey at the love ball,
1991, pone la prerrogativa a los acontecimientos particulares llamados
"especiales". El suyo es un ojo cotidiano que parece espectacular solamente
a los que no conocen los lugares y los sujetos que frecuentan el ambiente
de la artista. Cuando las obras de Goldin empezaron a circular en la escena
de Nueva York durante los primeros años de los ochenta, muchos de
los habitantes no podían entender su éxito; aparecían
en las fotos las mismas personas que habían estado la noche anterior
en un pub del East Village. Diez años después, Ballad
posee una emoción nostálgica y misteriosa; sus características
documentales, que parecían innecesarias hace diez años, han
cobrado un nuevo poder ya que el paso del tiempo y el SIDA han cambiado
irrevocablemente la manera de vivir en Nueva York. Siguiendo el momento,
sin darse cuenta, Goldin llegó a un lugar clásicamente eterno,
un lugar donde su sujeto y su espectador, igual que la misma artista,son
incapaces de distinguir entre el Paraíso y el infierno. La fuerza
del arte de Goldin es que ella se niega aceptar las categorías establecidas;
su cámara siempre se dirige hacia una ausencia de expectación,
un desconocimiento al que ella se acerca sin miedo y sin juicio, pero,
sin embargo, con compulsión.
Existe una ansiedad insistente en Eisenman, Goldin
y Williams de hacer las cosas "bien". Goldin utiliza la cámara como
si fuese una parte de su propio cuerpo, como si fotografiar, ver y sentir
estuvieran conectados en el mismo reflejo psicosomático. Las obras
muy llenas de Eisenman y Williams muchas veces aparecen como si las artistas
no pudiesen meter suficientes cosas dentro del marco, como si cualquier
colección de imágenes u obras nunca pudiese llegar a ser
suficiente. Las tres están reñidas, quizás desesperadamente,
con las mismas prácticas de significación convencionales
que se obligan utilizar. Goldin siempre parece en búsqueda de algo
que nos dirá a nosotras y a ella misma lo que necesitamos saber.
Pero sus intentos de captar sus sentimientos, sus momentos visuales, no
conducen a ninguna revelación narrativa. Imágenes como Siobhan
on the toilet, New year's eve, Berlín 1991, y Fiona after
breast operation, NYC, 1991, pueden parecer presentar un momento de
éxtasis: una morena sentada en el aseo y otra con los senos magullados,
tumbada en una cama. Sin embargo, en las dos imágenes, tanto como
en todas las fotos de Goldin, los que aparecen como momentos fijos son
realmente fragmentos de una continuidad. Aunque sus obras sean tituladas
como "antes de . . ." o "después de. . ." algo, esta narrativa sugerida
se burla del espectador. El trabajo de Goldin siempre se sitúa dentro
de los términos de proceso, y no de conclusión; una característica
que se manifestaba más en sus primeras exposiciones en que preferiría
presentar sus imágenes como transitorias, lo visual con movimiento,
en un formato de paso de diapositivas.
En lugar de lo formal, existe un arte comunicativo,
de conversación. Eisenman, Williams y Goldin se preocupan más
de los sujetos de sus representaciones que de las convenciones de los medios
estéticos o de ellas mismas. El ataque radical contra el formalismo
que llegó con las implicaciones del feminismo condujo a muchas artistas
americanas de los setenta a investigar: la artesanía doméstica
que se asociaba históricamente con la labor femenina, tal como coser,
tejer, la cerámica, hacer colchas; lo anti-objetual del performance
; y la inmediatez personal que la nueva tecnología del vídeo
les hizo disponible. Estas tres bad girls contemporáneas
siguen manteniendo esa rebelión contra el formalismo de Greenberg,
contra una idea del arte separado de lo personal o lo político.
¿Y esto, qué tiene de malo?
Laura Cottingham, Nueva York, septiembre de 1993.
[Traducción William James ]
Ana Navarrete (ed.)
*[Texto de Laura Cottingham en el catálogo
de la exposición Bad Girls organizada por ICA de Londres
y CCA de Glasgow y comisariada por Kate Bush, Emma Dexter y Nicola White.
Esta publicación vio la luz coincidiendo con la inauguración
en Londres,s el 7 de octubre, prolongándose hasta el 5 de diciembre
de 1993. Posteriormente pudo verse en CCA del 29 de enero de 1994 al 12
de marzo del mismo año.]
Notas
1. En enero de 1994, Bad Girls inaugurará
con dos exposiciones simultáneas en The New Museum, Nueva York y
la UCLA Wright Art Gallery, Los Angeles. La Bad Girls americana
expondrá mas que treinta artistas mujeres incluso Sue Wiliams y
algunos hombres. Está organizada por Marcia Tucker, directora de
The New Museum y Marcia Tanner, comisaria independiente de San Francisco.
[La exposición en The New Museum de Nueva
York se dividió en dos partes, la primera pudo visitarse entre el
14 de enero al 27 de febrero de 1994 y la segunda del 5 de marzo al 10
de abril también de 1994, organizada por Marcia Tucker. Por las
mismas fechas (del 25 de enero al 20 de marzo de 1994) Marcia Tanner comisarió
la exposición que pudo verse en laWright Art Gallery, Los Angeles.
Ambas exposiciones compartían comisariado, fundamentos y catálogo.
Estas exposiciones fueron posteriores a la que nos ocupa, como puede comprobarse
por las fechas. Los fundamentos de las exposiciones americanas y las inglesas
son, sino diametralmente opuestos, bastante divergentes. ]
2. Una etimología de bad propuesta
por el Oxford English Dictionary sitúa los origenes de la palabra
como directamente connotativos de un significado misógino: "Prof.
Zupita, percibe en la palabra badide (2 silabas), la representativa
del Middle English de Baedde del Old English, "homo utriusque, hermaphrodita,".
. .y en la derivada baedling "tipo afeminado, hombre mujeril" se aplica
con desprecio que supone un uso posterior adjetival . . . Esto sienta perfectamente
la forma y sentido del Middle English y explica la escasez de ejemplos
escritos anteriores" Oxford English Dictionary. (se han suprimido las citas
griegas apoyando esta etimología). (Oxford: Oxford University Press.
1971) p. 617.
Esta etimología propuesta de bad
sugiere que el término hoy en día sinónimo de negativo,
inadecuado, enfermo, peligroso y otros peyorativos, originó como
un desprecio anti-mujer (aplicado a los hombres). ¿Nos sorprende?
3. Tengo ilusión de ver una exposición
de Mike Kelly, Jeff Koons y Richard Prince con el título "Idiotas
Tontos". Para un debate sobre algunos artistas bad boy vease mi
"The masculine Imperative; High Modern, Post Modern" en New Feminist
Criticisms editada por Joanna Fruch, Cassandra I. Langer y Arlene Raven
(New York: Harper Collins, 1993).
4. Stephen Westfall, "The Ballad of Nan Goldin"
una entrevista, Bomb, otoño 1991, p.28-31.
5. La negación de todo significado autobiográfico
o político en el expresionismo abstracto, el pop y el minimal
ha recibido una reciente revaloración crítica. Por ejemplo,
se ha propuesto que las manchas de Pollock se originaron del recurdo de
su padre orinando sobre una roca; la iconografía de Johns y Rauschenberg
se lee actualmente en términos de su aventura amorosa y la subcultura
gay americana de los cincuenta y los sesenta; el minimal se revaloriza
en términos de su contenido. Sobre Pollock, vease Steven Narfeh
y Gregory White Smith, Jackson Pollock: An American Saga (New York:
Harper Collins, 1991); publicada la primera vez por Clarckson N. Potter,
1989; sobre todo p 540-542. Para un debate sobre Johns y Rauschenberg en
términos de sexualidad gay y autobiografía, vease Johnathan
Katz, "The art of code: Jasper Johns and Robert Rauschenberg," in Significant
others: Creativity and intimate partnership (New York: Thames and Hudson,
1993), pp. 189-206. [Existe traducción al castellano en Los otros
importantes. Creatividad y relaciones íntimas, Whitney Chadwick
y Isabelle de Courtivron (eds.), Cátedra /Feminismos, Madrid, 1994.]
Para un análisis del contenido del minimalism, vease Anna C. Chave
"Minimalism and the rhetoric of power" Arts Magazine, January 1990,
pp. 44-63.
6. Cuando era estudiante a los principios de los
setenta, Sue Williams hizo un cursillo de concienciación a Cal Arts
Institute.
7. Para una perspectiva activista feminista del
problema del contenido en los términos postmodernos vease Stevi
Jackson, "The amazing deconstructing woman," Trouble and Strife,
25, Winter 1992, pp. 25-31. Agradezco a Christine Delphy por haber señalado
este artículo.
8. The Lesbian Avengers está abierto a todas
las mujeres dispuestas a trabajar "para las lesbianas"; esta particular
solución política-lingüística de la división
separatista entre lesbianas y no lesbianas se ha puesto en vigor en la
mayor parte de los organismos lesbianos desde los últimos años
de los setenta. Sin embargo, a pesar de su intento de incluir las mujeres
no lesbianas entre los socios, normalmente las mujeres dispuestas a llamarse
o trabajar para lesbianas es decir las lesbianas en teoría
son lesbianas en la práctica.
9. La voz en contra de la pornografía es
actualmente tan dominante en los círculos intelectuales y artísticos
en los Estados Unidos que me obliga romper filas con casi todas mis compañeras
y decir que pienso todavía que los análisis de la pornografía
corriente propuestos por Andrea Dworkin y Catherine McKinnon son generalmente
mucho más substantivos y persuasivos que los de sus críticos.
Existe una necesidad urgente de una reconciliación de las dos posiciones
que reconocería tanto la materialidad de las representaciones visuales
como lo problemático que la acompaña, e intentaría
a la vez analizar e impedir las imágenes sexualizadas.
10. Lucy R. Lippard, "European and American
Women's body art," Art in America, 64, Nº 3. mayo-junio 1976;
republicado en From the center (New York; Routledge, 1992), pp. 135-145.
11. Griselda Pollock, "What's wrong with images
of women?" Screen Education, Autumn 1977, no 24, pp. 25-33; republicado
en The sexual subject; a screen reader in sexuality (New York; Routledge,
1992), pp. 135-145.
Mientras reconozco la sofisticación teórica
de las prácticas del arte feminista británico durante los
primeros años setenta, sobre todo las artistas relacionadas con
Screen y M/F, desde una perspectiva de los noventa sigo sin estar convencida
de que obras tales como Post-partum Document de Mary Kelly son necesariamente
superiores a las obras tales como Dinner Party de Judy Chicago.
Los platos comemorativos con imágenes labiales son ingenuos, pero
la inscripción Lacaniana de Kelly de la maternidad, a pesar de ser
obviamente mas intelectual que el proyecto de Chicago no se puede considerar
como mas feminista, o incluso más avanzada críticamente.
Si Chicago fuera culpable de esencializar el cuerpo de la mujer, Kelly
es culpable de esencializar el desarrollo emocional/social de la mujer
y además basándose en una teoría falocéntrica.
12. Una versión temprana de The Ballad
of Sexual Dependency se expuso por primera vez en el Mudd Club, una
discoteca semi-punk en el downtown de Manhattan en 1979; una versión
de la exposición de 50 minutos se presentó en el ICA, Londres,
en junio de 1989. |