El cyberfeminismo es una promesa de la nueva ola
de pensamiento y práctica postfeminista. A través del trabajo
de numerosas mujeres Netactive, hay ahora una distinta presencia cybefeminista
en la red que es fresca, desvergonzada, ingeniosa, e iconoclasta frente
a muchos de los principios del feminismo clásico. Al mismo tiempo,
el cyberfeminismo sólo ha dado sus primeros pasos en contestar tecnológicamente
a complejos territorios. Para complicar más el asunto, estos nuevos
territorios habían sido sobre cifrados en un grado mítico
como un dominio masculino. Consecuentemente, la incursión del cyberfeminismo
en las distintas variedades del mundo técnico (CD-Rom, Web Works,
listas y nuevos grupos, inteligencia artificial, etc.,...) ha sido considerablemente
nómada, espontánea, y anárquica. Por un lado, estas
cualidades han permitido la máxima libertad para las diversas manifestaciones,
experimentos, y el comienzo de escrituras y géneros artísticos
distintos. Por el otro, el trabajo en la red y las organizaciones muestran
algo que falla, y los usos teóricos que miran los aspectos tecno-sociales
del género son relativamente inmaduros en su desarrollo hacia espacios
de mayor igualdad entre los sexos conquistados a través de la lucha.
Teniendo en cuenta estas condiciones, algunas estrategias y tácticas
feministas serán repetidas ellas mismas como intentos femeninos
de estabilizar unos fundamentos en un territorio tradicionalmente denegado
para ellas. Esta repetición podría no ser considerada con
el usual bostezo de aburrimiento hacia su apariencia familiar, por lo que
el cyberespacio es un punto crucial para la lucha de género que
está desesperadamente necesitada de diversificación (y diversidad
en general).
El ciclo feminista
Un aspecto inmediatamente evidente es que la red
provee al cyberfeminismo con un vehículo crucialmente diferente
que no es de ninguna manera comparable con las anteriores olas feministas.
Históricamente, el feminismo activista ha dependido de que las mujeres
tomaran conjuntamente corporalidad -en las cocinas, en las iglesias, en
las asambleas, y en las calles. La organización celular para la
primera fase del feminismo fueron los círculos de costura, los grupos
de pecadoras, o las organizaciones de caridad de señoras. Las mujeres
se encontraban juntas en privado para planear sus campañas públicas
para la liberación política y legal. En estas campañas
de presencia visible de grupos de mujeres se peleaba contra la soledad
silenciada en sus casas, convirtiéndose en un signo público
de rebelión femenina y activismo. Las mujeres actuaban juntas, hablaban
en público, marchaban a través de las calles, y trastornaban
la vida pública realizando actividades que abrían territorios
políticos que estaban tradicionalmente cerrados para ellas.
Durante la segunda ola del feminismo, que
emergió en los tempranos sesenta, las mujeres de nuevo comenzaron
a encontrarse juntas para planear acciones. Ellas se encontraban en grupos
de consciente promoción que comenzaron a organizar células
para reavivar el movimiento feminista. En este tiempo, las feministas comenzaron
a dominar una nueva táctica: crear espectáculos de oposición
en los media. Las mujeres ponían en escena acciones cuyos objetivos
eran los tópicos más significativos de la vida pública.
Cada uno de los monumentos patriarcales recibió un asalto de las
feministas en el US movimiento incluyendo el Miss América Pegeant,
las oficinas y clubes de Playboy, Wall Street, el Metropolitan Museum of
Art, el Pentágono, y la Casa Blanca. Cualquier acción que
ocurría, los nuevos medios estaban allí para documentar la
ultrajante grosería femenina. Estas tácticas extendieron
las noticias del crecimiento feminista nacional e internacionalmente. La
lucha y la subversión visible femenina ofreció también
imágenes del poder femenino que inspiraron a otras muchas mujeres
(y hombres) a comenzar acciones autónomas en beneficio de los derechos
de la mujer.
Si la primera ola estuvo marcada por la incursión
de las mujeres en los nuevos territorios políticos, esta segunda
ola estuvo marcada por una marcha hacia nuevos territorios económicos
y hacia una re configuración de los núcleos familiares. Más
significativa fue la demanda de las mujeres por el acceso a lo que conlleva
la independencia financiera -una batalla que continúa en la tercera
fase de la práctica feminista. En el más tradicional final
de la batalla, el espacio doméstico no fue mucho tiempo percibido
como un espacio totalmente femenino, pero fue representado como un espacio
de ambigüedad con características tanto celebratorias como
explotadoras. En el frente político, el feminismo se concentró
en prácticas de liberación, y dejó atrás las
viejas prácticas de lucha de derechos, tales como los movimientos
de temperancia (alcohólicos).
La tercera ola de feminismo (cultural, eco,
teórico, de sexo positivo, lesbiano, anti pornográfico, multicultural,
etc.,...) -a menudo generalmente denominado postfeminismo- continúa
el uso de estos modelos públicos de acción y rebelión.
Un caso reciente a propósito fue la corta vida pero intensa de la
Coalición de Mujeres Activas (WAC) que comenzaron en Nueva York
hacia finales de 1991, siguiendo una serie de eventos que enfurecieron
a las mujeres en US: El dramático, nacionalmente televisado examen
de testigos Hill/Thomas (juicios); el juicio por violación de William
Kennedy Smith y Mike Tyson; y las batallas judiciales sobre los derechos
de aborto: todo ello contribuyó a tener la sensación de que
era el momento de las mujeres para lanzar una “visible y remarcable resistencia”
hacia lo social, sexual, económico, y la política de opresión
y violencia. WAC rápidamente comenzó a atraer a los media
como si impulsase una acción después una acción visible.
Ochocientas mujeres se asociaron en el primer año, y fueron aumentando
la lista a lo largo de US y Canadá. Muchos de estos sucesos iniciales
fueron ganados por la altamente efectiva comunicación y el sistema
de trabajo en la red que WAC organizó inmediatamente. Fue decisivo
en este sistema la conexión telefónica combinada con un acceso
adecuado al fax, al e-mail, y a los contactos de los media. En este sentido,
WAC fue una protoelectrónica organización temprana. Habiendo
motivado y organizado a muchas mujeres, WAC revigorizó el activismo
feminista, y, en la US, permitió una nueva manera de contestación
respecto a los tradicionales territorios feministas. Como la mayoría
de las organizaciones radicales, se constituyó como una organización
temporalmente táctica. Incapaz de sobrevivir a su rápido
crecimiento, pronto fue alcanzada por la crítica de masas, cuando
el explosivo hacerse astillas le forzó a elegir en uno de los dos
caminos: depurarse o burocratizarse, o disolverse. WAC no fue capaz de
organizarse fuera de las contradicciones de la diferencia, no fue capaz
de resistirse a algunas de las dogmáticas tendencias del “mainstream”
y “estado de seguridad” feminista que proscribe ciertas conductas, creencias,
y formas de vida. Mientras la opción de purgar y burocratizar fue
la primeramente atendida, la fábrica de radicalidad tuvo la fuerza
para disolver espontáneamente lo ocurrido.
La tercera ola (con unas pocas excepciones) ha
perdido la oportunidad de moverse en un área crucial, en lo que
fue la revolución de la información tecnológica y
de las comunicaciones. El cyberfeminismo representa un nuevo destino de
exploradores listos a dar la batalla en estos nuevos territorios. Pero
de momento, el movimiento es todavía demasiado joven para hacer
frente a las luchas inherentes a la economía de la diferencia. Como
en la mayoría de las fronteras todavía parece haber “lugar”
para todo el mundo. Al mismo tiempo hay lecciones de la historia que deben
ser aprendidas. Los movimientos radicales en su infancia tienden a volver
a sus viejos modelos. El cyberfeminismo no es diferente y los temas del
feminismo como, subjetividad femenina, separatismo, y mantenimiento de
los límites y de la identificación territorial están
destinados a surgir de nuevo, aunque en otros territorios feministas parezcan
muertos.
Identificación territorial
¿Cuál es el territorio que el cyberfeminismo
está cuestionando, teorizando y activamente confrontando? Por supuesto,
la respuesta superficial es el cyberespacio, pero tal respuesta no es realmente
satisfactoria. El cyberespacio es solamente una pequeña parte, ya
que la infraestructura que crea este mundo virtual es inmensa. La fabricación
y diseño de Hardware y software es ciertamente de importancia clave,
pero quizás la más importante son las instituciones que forman
a los que diseñan los productos de la Cyber-life. Obviamente, la
inmensa mayoría de estos productos están diseñados
por hombres para negocios y para operaciones militares. Dominios todavía
principalmente masculinos (por ejemplo, los hombres son los que hacen la
política) en los que ellos tienen el poder de comprar y por lo tanto
los productos son diseñados para satisfacer sus necesidades o para
explotar sus deseos. Desde al principio la entrada en este mundo de alta
tecnología (la clase virtual) ha sido manipulada en favor del sexo
masculino*. Desde los comienzos de la socialización/educación
la tecnología y el proceso tecnológico han sido clasificados
como dominios masculinos. Cuando las mujeres manipulan tecnología
compleja de forma productiva, esto es visto y tratado como un acto pervertido
que merece ser castigado (tema al que volveremos más tarde).
Esto no quiere decir que las mujeres no usen
tecnología compleja. Las mujeres son unos importantes consumidores
y ayudan a mantener el status quo cuando usan la tecnología de una
forma pasiva. Por ejemplo, la mayoría de las instituciones de comercio
se sienten encantadas al dar a las mujeres ordenadores, e-mail accounts,
y demás, si ello las hace mejores burócratas. Por eso el
aumento de la presencia de la mujer en la red, no es solamente una indicación
de igualdad. Es una situación muy similar a la que ocurrió
en América a finales de los años 50 y principios de los 60,
cuando los maridos de clase media estaban más que satisfechos de
comprar un segundo coche para sus mujeres -en tanto y cuanto ello las hiciese
más eficientes en sus labores domésticas. En este caso la
tecnología fue usada para aumentar el confinamiento de las mujeres
dentro de su situación, y no para liberarlas de ella. (Por regla
general, cualquier cosa conseguida sin esfuerzo es considerada con un intenso
escepticismo). La tecnología y el proceso tecnológico a los
que las mujeres tienen acceso es una consecuencia de necesidades económicas
estructurales. Sin embargo, todo lo que necesitamos es un cambio de conciencia
para empezar la subversión respecto a la actual estructura de clasificación
genérica (este es el lado positivo de que muchísimas mujeres
estén on line).
Por eso el territorio del cyberfeminismo es amplio.
Incluye el espacio objetivo del cyberespacio, instituciones de diseño
industrial e instituciones de educación -territorios en los que
el proceso tecnológico es clasificado genéricamente de una
forma que excluye a la mujer el acceso a los puntos de poder de la tecnocultura.
Sin embargo, el territorio no termina aquí. El cyberfeminismo es
también el esfuerzo de estar cada vez más consciente del
impacto de las nuevas tecnologías en la vida de las mujeres y de
la insidiosa clasificación genérica de la tecnocultura en
la vida diaria. El cyberespacio no existe en un vacío; está
íntimamente conectado a numerosas instituciones y sistemas del mundo
real que se benefician de la separación y jerarquía de la
clasificación genérica. Finalmente, el cyberfeminismo debe
extender radicalmente la crítica respecto a las exageraciones concernientes
al media sobre el “technoworld”. Mientras que la utopía del cyber-espectáculo
ha sido adecuadamente desvalorizada a través de la documentación
del abuso que ha sufrido por la clase burocrática -la más
baja de la clase tecnocrática-, y por los trabajadores relacionados
con la fabricación de productos, esta crítica desde el punto
de vista de género y raza, es muy modesta. Por ejemplo, ¿quién
puede creer que la edad, la raza, o el sexo, no importan en el cyberespacio?
La capacidad para atribuirse a uno mismo características sociales
on line es solamente una coartada para una división del trabajo
muy tradicional y explotadora que es representativa de la totalidad del
sistema, y un elemento de seducción para aquellos cuyo ambiente
social en el mundo real ha sido eliminado por la destrucción provocada
por el pancapitalismo de los espacios sociales autónomos. También
debemos preguntarnos, ¿qué le espera a la gente en una posición
minoritaria una vez que estén on line? ¿Podrán encontrar
familiares y retóricos significantes, discusiones, e imágenes?
¿Existe una continuidad del discurso entre el mundo real y el virtual
(como existe para la clase media blanca)? Mientras haya bolsas virtuales
en las cuales la continuidad exista, la aplastante situación representativa
será dirigida a la misma conciencia mayoritaria que encontramos
en el mundo real. En otras palabras, los elementos de estratificación
social pancapitalista están reflejados y reproducidos en el cyberespacio.
Separatismo y mantenimiento de límites
Cada vez que el feminismo intenta introducirse
en nuevos territorios, los miembros de la vanguardia del movimiento se
enfrentan a problemas increíbles y a obstáculos casi insuperables.
El cyberfeminismo no es diferente. Relativamente pocas mujeres tienen la
habilidad de ver a través de cyber-hype, de entender la complejidad
del sistema y lo más importante, de enseñar a otras mujeres
como sobrevivir y usar activamente el sistema. Para la mayoría de
las mujeres que trabajan en la tecnoesfera, el simple hecho de sobrevivir
transgrediendo la norma y aprendiendo cantidades masivas de densa información
tecnológica, requiere de todas sus energías. Hacer esto último
es una difícil tarea que pocas personas pueden llevar a cabo, y,
además abandonadas en la situación de aislamiento por razones
de género (aprendiendo y trabajando en territorios masculinos) y
con la generalmente negativa imagen de una chica necia (es decir, yendo
a contrapelo de la estructura femenina), todo ello pone inmediatamente
de manifiesto que los niveles de alienación son extremadamente altos.
Como en el pasado, bajo tales condiciones, el separatismo ha sido una táctica
tan productiva como la que puede incentivar situaciones pedagógicas.
Kathy Huffman, a menudo bromea que “en el cyberespacio
los hombres no pueden interrumpir a las mujeres”. La broma tiene gracia
porque representa la realidad de la interrupción genérica;
sin embargo su parte negativa es que las mujeres si son interrumpidas en
el cyberespacio. A menudo son abrumadas con contra-discursos, ignoradas
o totalizadas bajo el cartel de ser “políticamente correcto”. Un
comentario hecho por una mujer puede no ser interrumpido, pero la continuidad
de un discurso es frecuentemente interrumpida, sobre todo si esta relacionado
con asuntos femeninos. Aquí de nuevo existe la necesidad de actividades
separatistas en la postfeminista decolonización del cyberespacio.
Durante esta primera etapa de desarrollo, las mujeres necesitan experimentar
desarrollando su propio espacio de trabajo y aprendizaje. Este tipo de
actividad ha ocurrido en todas las etapas de descolonización territorial
femenina, y ha demostrado ser muy productiva. El separatismo debe ser bienvenido
entre las cyberfeministas y entre aquellos que apoyan un cyberespacio diferenciado.
Hay que recordar que el separatismo entre un grupo minoritario sin derecho
a voto no es negativo. No es sexista, no es racista, y ni siquiera es un
obstáculo para el desarrollo democrático. Hay una clara diferencia
entre usar exclusividad como parte de una estrategia para crear una percepción
especifica o una forma de ser un universal en el mundo, y usar la exclusividad
como un medio para evitar un falso universal (una de las metas del separatismo
cyberfeminista). También hay una clara diferencia entre usar exclusión
como medio para mantener estructuras de dominación, o usarla como
medio de socavarlas (otra de las metas del cyberfeminismo separatista).
Al mismo tiempo, el separatismo puede alcanzar
un punto en que sea contraproductivo. El ciclo de producción útil
en cuanto a la actividad separatista se puede encontrar aplicando uno de
sus principales lemas, “lo personal es político”. En grupos concienciados,
la información personal es revelada típicamente. De estas
revelaciones empiezan a surgir entonces pautas. Ideas que se creían
personales, privadas, idiosincrásica, y psicológicamente
prohibidas se presentan como temas de conocimiento del grupo y representan
tendencias sociológicas. Los miembros del grupo llegan a darse cuenta
que sus problemas “individuales” son sólo espejos de patologías
sociales que afectan a todo el mundo dada una determinada clase, raza,
género, etc. Uno a uno, cada individuo se da cuenta de que no es
una tara personal lo que le llevo a el/ella a una situación socioeconómica
inaceptable, sino que es la estructura de la política económica
la responsable. Para que este proceso tenga éxito debe haber solidaridad
de identidad, y cuando la opresión es alta, esto sólo sucede
en un movimiento separatista. Sin embargo, cuando estas corrientes sociales
son descubiertas y su conocimiento compartido entre determinado grupo social,
disminuye la necesidad de la actividad separatista, e inclusive esta se
puede volver contraproducente. En este punto, comienza el incómodo
romance entre coalición y diversidad.
Para el feminismo en general, el tiempo de la acción
separatista se muestra pasado, sin embargo, nosotros debemos recordar que
todas las áreas de la sociedad no son territorios igualitarios respecto
al género -existen unos más que otros. Teniendo en cuenta
que el cyberespacio es uno de los más igualitarios, debemos esperar
que un número de las tempranas organizaciones feministas y tácticas
educacionales serán revisadas.
Subjetividad femenina
Actualmente, el cyberfeminismo esta en ese desafortunado
momento en que hay que decidir, quien va a ser una cyberfeminista separatista
y quien no. Una vez más vuelve la obsesiva pregunta, “¿qué
es una mujer?”. En teoría, este problema es comprensible, pero en
primer lugar, ¿cuál es el problema?. Mirando hacia atrás,
en cualquier movimiento feminista, siempre han existido tremendos conflictos
entre grupos y organizaciones de mujeres producidos por los intentos de
definir la subjetividad femenina (y de ese modo, “nosotras” y “ellos”).
En la segunda ola, el feminismo fue definido de una forma que parecía
reflejar ampliamente la subjetividad de mujeres convencionales de clase
media y raza blanca. La tercera ola tuvo que debatir si travestíes,
transexuales, y otros “hombres” que exigían ser identificados como
mujeres debían ser aceptados en organizaciones activistas (y al
mismo tiempo, mujeres de color, mujeres de clase obrera y lesbianas todavía
tenían motivos para quejarse). Además nunca fue decidido
como separar lo femenino de otras variables sociales primarias que construyen
la identidad de una mujer. Por ejemplo, parte del problema en muchas organizaciones
feministas y en WAC en particular, fue que las mujeres profesionales de
clase media tenían los mayores recursos económicos y culturales.
De esta forma ellas tenían más oportunidades para dirigir
y hacer política. Las mujeres que no pertenecían a esta clase
sentían que las profesionales tenían ventajas injustas y
que su agenda era la agenda principal, lo que provocó una destructiva
forma de separación.
Estos son sólo algunos de los problemas
prácticos que han surgido del tema de la exclusividad y de las imperfecciones
inherentes a las definiciones. No se puede definir la subjetividad femenina
a satisfacción de todos, y, sin embargo, desde una perspectiva realista,
tiene que hacerse.
La solución teórica en marcha para
solucionar este problema es realizar alianzas y coaliciones que no dependan
del proceso burocrático. Cada coalición debe esperar a disolverse
a distintas velocidades a lo largo del tiempo. También deben dejarse
en el pasado principios humanístico ingenuos o metafísicos
(dependiendo de cada perspectiva) como “hermandad”, y todos nosotros debemos
aprender a vivir con los conflictos y contradicciones de la casa de las
diferencias. Por supuesto es más fácil decirlo que hacerlo.
La verdad cambia con la situación. En un territorio como un departamento
de estudios culturales estadounidense o británico, podemos hablar
de vivir en una casa de diferencias. En otros territorios más injustos,
es más difícil, y los límites claros de diferencias
de identidad (a menudo esencializados) son necesarios. Por ejemplo, decirle
a una persona de color que acaba de ser golpeada por la policía
que “los oficiales solamente han reaccionado a una construcción
textual racista que relaciona gente de color con criminalidad” probablemente
no va a tener mucho efecto (incluso aunque en territorios académicos
el argumento sea totalmente convincente). Mientras que la simple explicación
“tu culo ha sido golpeado porque eres una persona de color” será
bastante más convincente, porque en este caso, quien está
del lado de la división racial es algo ambiguo en la mente del involuntario
participante. En este contexto, los duros límites del esencialismo
adquieren sentido y hacen crecer el poder explicativo, hasta que la ambigüedad
que surge de la creciente concienciación o toma de conciencia se
convierte en parte de la vida cotidiana. Consecuentemente, uno puede esperar
que las nociones esencial izadas de feminidad puedan continuar su aparición
y encontrar su aceptación.
Cenas (Dinner Parties)
Actualmente el cyberfeminismo se inspira
en estrategias de olas feministas anteriores. Por ejemplo, cenas que celebran
logros de las mujeres y sirven de actos de convivencia de construcción
de coalición social son una parte famosa de la historia feminista,
como testimonio no sólo de las cenas celebradas para recaudar fondos
celebradas por mujeres sufragistas, sino también de la “Cena” de
Judy Chicago; de las performances “art/life” de Suzanne Lacy; de "La última
cena" detournement de Beth Edelson; y de los innumerables banquetes preparados
y servidos unas a otras por feministas en todo el mundo en las pasadas
décadas. Reconociendo que las mujeres necesitan alimentarse unas
a otras y desean convivencia, Kathy Huffman y Eva Wohlgemuthen en su proyecto
Web, Face Settings, están usando las cenas como una herramienta
de organización y educación para las cyberfeministas. Los
acontecimientos -que ocurren a menudo durante festivales y simposiums del
medio internacional, donde los hombres son los actores principales– tienen
el sentido de superar el aislamiento de la cybercultura, de dar a las mujeres
la conexión de unas con otras, y de ayudarlas a comenzar a aprender
y a usar la tecnología electrónica en su propio trabajo.
Esto ha demostrado que formar a sólidos grupos de trabajo de gente
que sólo se comunican virtualmente es mucho menos productivo que
formar grupos de gente que también se conoce en carne y hueso. Por
esta razón, es importante para el cyberfeminismo contribuir a crear
oportunidades para encuentros personales y a la formación de grupos
de afinidades que faciliten la construcción de un movimiento transnacional
y transcultural. ¿Y acaso hay mejor manera para disolver la separación
que tan a menudo se produce inclusive en las más amistosas comunicaciones
a través de la red que una cena? Realmente, el medio virtual no
debe reemplazar la función constructiva de afectividad y construcción
de afinidades de la presencia física.
Educación cybefeminista
Las cyberfeministas han entendido ya la importancia
de aunar esfuerzos en la educación tecnológica como un punto
crucial para las mujeres. Pero esta educación necesita ser contextualizada
dentro de un análisis crítico feminista y un discurso sobre
las mujeres, Netcultura y política, y la economía del trabajo
pancapitalista. El cyberfeminismo necesita hacerse oír más
con más fuerza en la discusión sobre el desarrollo de la
red. Para hacerlo, necesita pensar sobre a quién consideran su electorado.
Como vanguardia técnica y cultural, el cyberfeminismo necesita recordar
que la mayoría de las mujeres que ahora están trabajando
con ordenadores y información tecnológica en el primer mundo
son en el mejor de los casos magnificas mecanógrafas, para las que
el ordenador simplemente representa una intensificación del trabajo.
Una cuestión debemos preguntarnos: ¿qué relación
tienen estas mujeres con la tecnología? ¿cómo se produce
esta relación y cómo se puede luchar contra ella? El cyberfeminismo
pudría proporcionar un site de concienciación progresiva
donde las mujeres puedan contar historias sobre sus experiencias con todos
los aspectos diferentes de la tecnología y como esto afecta a sus
vidas. Este site pudría enseñar a las mujeres a cuestionarse
la creciente transparencia de la incursión tecnológica en
sus puestos de trabajo y en la vida cotidiana. Y por supuesto, se debería
encaminar hacia el desarrollo en educación, información,
y activismo, concerniente a la femineizada “economía domestica global
(Haraway)” que está empeorando profundamente las vidas de las mujeres
en los países desarrollados.
La educación feminista (estudios para
mujeres) como pionera que fue en los Estados Unidos a principio de los
años 70, incluyó la idea de una educación “separada”
donde las mujeres no tuviesen que competir con los hombres, y donde tuvieran
la libertad de formular cuestiones y hacer preguntas que desafiasen la
hegemonía de las practicas e ideas recibidas. Por ejemplo, The Feminist
Art Programs en California mantenía sus propios programas de estudios,
cursos y profesores dentro de una estructura académica tradicional.
Pero con profundidad, también se hizo evidente que un espacio separado
permitía una experimentación radical y sin censura que incluía
la fusión de disciplinas, prácticas y territorios de especialización
tradicionales, y que iniciaron algunas de las prácticas artísticas
postmodernas que han cambiado la corriente principal artística y
de la historia del arte en Estados Unidos. ¿Qué podría
conseguir un programa feminista sobre informática y tecnología
de la comunicación? ¡Imagínate!
El cyberespacio se presta amablemente a la creación
de espacios de aprendizaje y práctica separados para diferentes
grupos, y parece de momento fructífero ampliar y mantener estos
espacios en el espíritu de autosuficiencia feminista. Una de las
herramientas educativas más importantes que las cyberfeministas
pueden ofrecer es un directorio de estrategias y recursos electrónicos
en curso, para mujeres, incluyendo grupos de discusión teórica
feminista, editoriales electrónicas, exposiciones, fancines, direcciones,
bibliografías, mediaographies, how-to sites, e intercambio de información
en general. Aunque las recopilaciones de estos recursos están ya
iniciadas, existe una creciente necesidad de un discurso feminista más
radical y crítico sobre tecnología en el cyberespacio (como
contraposición al discurso de los media estudios en los departamentos
de las universidades). En el cyberfeminismo, este discurso surge directamente
de las prácticas y problemas actuales, más que de una teorización
abstracta. Por eso el cyberfeminismo ofrece el desarrollo de una teoría
activista aplicada.
Un grupo al que obviamente deben dirigirse las
redes cyberfeministas de educación y especialización es el
de las primeras generaciones de mujeres jóvenes que se están
graduando en colegios y universidades (principalmente en Estados Unidos
y Europa), y que han recibido alguna formación en comunicación
electrónica y en teoría de la comunicación. Habiendo
ya comenzado en la universidad a trabajar en comunicación electrónica,
muchas de estas jóvenes mujeres estarán buscando la forma
de conectarse electrónicamente, por lo que experimentaran con toda
su fuerza el impacto de la clasificación genérica del cyberespacio.
Aunque muchas de ellas han tenido en la universidad algún contacto
con la teoría y práctica feminista, la mayoría de
ellas se enfrentaran con un espantoso vacío en cuanto al apoyo feminista
y al acceso al cyberespacio. Desde que el cyberespacio se muestra atractivo
para las jóvenes mujeres, es importante que las cyberfeministas
desarrollen proyectos y sites con fines de reclutamiento.
Arte corporal cyberfeminista (Cyberfeminist Body
Art)
En general los cuerpos están de moda en
la red – ya sean caducos, cyborgs, tecno, porno, eróticos, metamórfico,
recombinado, fantasmal, o viral. Pero la mayoría de estos “cuerpos”
son poco más que imágenes recirculadas de sexualidad consumibles
(particularmente mujeres y “perversiones” sexuales) o imaginaciones médicas
(como el nada famoso “Visible Human Project”), que son presentados no críticamente.
Muchos artistas están contribuyendo a una explosión de arte
corporal en la red, pero la mayor parte de este es una simple transposición
de lo que ya existe en otros medios.
El cyberfeminismo centrado en el arte corporal
está comenzando a avivarse en la red. Como era de esperar, la vagina
y el clítoris tienen un sitio de honor en muchos de los trabajos
cyberfeministas, como en el de VNS Matrix. “Cunt art” fue un violento,
feliz, liberador, y radical símbolo de unión para artistas
y activistas feministas en los años 70. Asociaciones de concienciación
y grupos médicos de autoayuda de mujeres regularmente examinaban
unos a otras los órganos reproductivos y genitales, y el especulo
se convirtió no sólo en el símbolo de liberación
sexual, sino también en el de las reivindicaciones feministas de
libertad reproductiva y de asistencia sanitaria para las mujeres. Como
sugiere Donna Haraway -en Modest Witness- los interrogantes tecnocientíficos
feministas (y en particular las nuevas tecnologías reproductivas),
necesitan armarse así mismas con “el especulo adecuado para el trabajo”,
con aquel que “haga visible la estructura de datos que son nuestros cuerpos”.
La visualización y la acumulación de datos que son los motores
que dirigen la nueva información y las tecnologías reproductivas,
pueden ser remitidos y aplicados a la tarea de “diseñar los lenguajes
analíticos (los especulos) que representan y intervienen en nuestros
ajuste, Cyborg worlds” (Haraway, p. 212).
El cyberfeminismo puede crear reconfigurando cuerpos
remodelados en el cyberespacios, cuerpos que son apasionadamente incorporados
en una obra textual, visual, e interactiva. Simultáneamente, proyectos
deconstructivos enfocados a la proliferación de la cultura dominante,
genérica y de los códigos sexuales en la red serán
más efectivos si vienen desde una fuerza, un centro libidinoso,
y son entendidos a través del filtro de la historia de las mujeres.
De hecho, el arte del cuerpo cyberfeminista está encantado por las
historias del cuerpo de las mujeres. Están motivadas por la rabia
contra la fuerza de la censura, la represión, y la normalización.
Aunque, principalmente, están motivadas por la ausencia —la ausencia
creada por el infanticidio femenino, la extirpación del clítoris,
los medicamentos que impiden el orgasmo, la sutura de los labios de la
vagina, el vendaje de los pies, el celibato impuesto, la desinformación
sexual, la falta de información sobre el control de natalidad, la
violación, el embarazo forzado, y por el confinamiento y confinamiento
femenino.
Parte del proyecto teórico feminista ha
consistido en explorar las posibilidades de diferencia en la sexualidad
y el deseo femenino. La mayor parte de feminismo francés y americano,
literario, y de teoría psicoanalítica, en la década
de los 80 fue dedicado a esta investigación. La Red ofrece posibilidades
para explorar estas cuestiones en un nuevo marco tecnológico e informativo,
y entre una nueva población que produce autores que están
más versados en la práctica que en la teoría. Aunque
esta línea de investigación parece haber dejado muy atrás
la binaria distancia entre mujer/naturaleza, esto no significa ciertamente
caer en la trampa del esencialismo femenino, o de sucumbir a la trampa
de simplemente responder a la netcultura masculina con una netpornografía
femenina. Hay mucho que ganar desde la consciente interpolación
de historias y cuerpos de mujeres en el cyberespacio, muchas cosas pueden
aprenderse nombrando las ausencias, y comenzando a crear una multifacética,
fluida, y consciente presencia feminista.
Conclusión
Se podría decir que el cyberfeminismo
está todavía en su fase vanguardista de desarrollo. La primera
ola de exploradoras, amazonas e “inadaptadas” han deambulado por un territorio
que generalmente es hostil, y han encontrado una nueva tierra necesitada
de decolonización. La historia se repite en un ciclo positivo, en
el cual la filosofía vanguardia feminista, las estrategias, y las
tácticas del pasado pueden desempolvarse y recobrar su antigua vitalidad.
Una vez más actividades separatistas en forma de cenas reales o
virtuales, grupos de discusión y sesiones de toma de conciencia
son posibles. Filosofías esencialistas representadas en el body
art, cunt art, y de mantenimiento de identidad combinadas con nociones
construccionistas de desarrollo de identidad. Una anarquía epistemológica
y antológica que es celebradora y abierta a cualquier posibilidad
está abriéndose camino a través del cybefeminismo.
El dogma tiene todavía que solidificarse. Al mismo tiempo, el territorio
es hostil, puesto que la edad de oro de la información no será
cedida a las mujeres sin lucha. Para colmo de males, un gran peaje vigila
el acceso a este nuevo territorio. Su función es cobrar tributos
de cada entidad particular, clase, o nación que intente entrar.
El precio de entrada para particulares supone obtener educación,
hardware y software; el de las naciones comienza por tener una infraestructura
aceptable y en menor medida por tener una ideología aceptable. Consecuentemente,
también se esta repitiendo un ciclo más negativo, pues las
mujeres que han encontrado su camino en los cyberterritorios son generalmente
aquellas que tienen ventajas económicas y culturales en otros territorios;
estas ventajas son concedidas por su posición social, ventajas vinculadas
íntimamente a la posición cultural y la raza. Cómo
estos grupos ayudan a abrir las fronteras para otros grupos sin derecho
a voto, debe ser preguntado ¿qué clase de ideología
y estructura espera a los recién llegados? ¿Habrá
una repetición de la primera y segunda ola del feminismo en el ruedo
político y económico? ¿El cyberespacio y sus instituciones
serán capaces de enfrentarse con una casa de diferencias? Conociendo
y entendiendo la historia de la lucha de las mujeres (junto con otras luchas
de relación de razas y clases) es esencial -no sólo como
un recurso de estrategias y tácticas, no sólo como una respuesta
táctica que pueda mejorar los usos del cybergénero, sino
también para ver que las nuevas construcciones de género
que vuelven a marcar la totalidad de este nuevo territorio (no sólo
dominios virtuales) no caigan en el mismo ciclo como en el pasado.
Consideremos este ejemplo. En Estados Unidos,
la tercera ola de “actividad” alcanzó su punto álgido 1991.
Apenas tres años más tarde, esta visible resistencia se había
apagado de nuevo, dejando continuos debates sobre feminismo sobre todo
en la academia. En 1997, leyes del “bienestar social” federal fueron revocadas
en todos los ataques a la red de seguridad pública para los pobres.
Al mismo tiempo, una esforzada labor a través del “trabajo social”
y el programa de prisiones había comenzado a intensificarse, y la
expansión de la economía global electrónica del trabajo
femenino en casa produjo una nueva ola de explotación de la mano
de obra barata. Puesto que estas iniciativas tienen un efecto dramático
sobre los pobres y las mujeres trabajadoras, uno puede pensar que estas
serían las condiciones adecuadas para un nuevo frente popular de
activismo y resistencia feminista. Sin embargo, el cuerpo social y la vida
pública parecen tan fragmentados, alienados, estratificados, y distraídos
por la economía de mercado, que todavía no hay signos de
que tal activismo haya aparecido. ¿Es este problema en parte producido
porque la vanguardia está tan pagada de sí misma que los
asuntos de los pobres al no afectar a sus miembros no son causa para la
acción? ¿Está este problema repitiéndose en
el cyberespacio y en su industria?
[traducción: Ana Martínez Latorre]
Notas
* Justamente la posición del autor está
clara. Nosotros no apoyamos una igualdad feminista reducida, por ejemplo,
apoyar el sistema existente, pero creemos que debe haber igual representación
genérica en todos sus territorios. Nosotros no apoyamos el pancapitalismo.
Es un sistema depredador, pernicioso y sexista, que no cambio incluso si
hay igual representación de género en las clases que hacen
la política. Nuestro argumento aquí es que las mujeres necesitan
acceso a los conocimientos y herramientas hasta ahora dominados por la
despreciable “clase virtual (Kroker)”. Esto no significa sugerir que las
mujeres forman parte de esta clase. Romper el “techo de cristal” y convertirse
en una parte activa de la clase trabajadora que se beneficia de la jerarquía
genérica no es una meta feminista, no es nada de lo que estar orgulloso.
** En su ensayo “The Future Looms: Weaving Women
and Cybernetics”, Sadie Plant hila una génesis mítica para
la convergencia de las mujeres y las máquinas en una cibernética
feminizada, basada en el antiguo invento femenino del tejer artesano. Esta
convergencia “esta reforzada por el cyberfeminismo... como una perspectiva
que es recibida para el futuro”. En los años 70, la creación
de una mitología femenina fue una inspiración y una parte
necesaria para recuperar y escribir las historias de mujeres, y una honorificación
de las invenciones de la cultura femenina y de la creación femenina
(la matriz). El mitologización cyberfeminista es un signo bienvenido
de inspiración y poder, y en este momento, tiene un buen sentido
táctico. Cada trabajo ofrece una clara aplicación de una
relación constructiva entre mujer y tecnología. Sin embargo,
en un sentido político, la función de “mujer naturaleza”
tiene sus límites. En este caso, esto muestra exactamente lo mismo
que el tejer era una tarea triste y aburrida impuesta a los sin voto (desposeídos)
(Esta tendencia al aburrimiento y a la alienación en el trabajo
como un territorio de los que no tienen poder esta ciertamente repitiéndose
en la tecnocracia capitalista). Como la crítica feminista aumenta
en complejidad y de la misma forma en ambigüedad, la mitología
actual del cyberfeminismo tendrá que comprender como lo hizo el
matriarcado de Creta y la iconografía cunt a finales de los años
70. |