Apuntes sobre alguna parte, 2001
Helena Cabello y Ana Carceller


Nos enfrentamos al formato de una conferencia, enmarcada además en el contexto de la Universidad, y nuestro primer impulso nos lleva a procurar alejarnos del discurso académico establecido y de su formato habitual. Se trata de intentar articular nuestras ideas de un modo lo más coherente posible con nuestra obra, y por tanto hacerlo de forma algo más creativa y menos estructurada u organizada. Lo difícil, sin embargo, es conseguir transmitir esas ideas sin caer en el caos absoluto y la total incomprensión e ilegibilidad. Nos encontramos pues de lleno con las mismas contradicciones con las que se enfrenta nuestro trabajo.

Nuestros planteamientos parten de una idea de obra abierta, que ofrezca la posibilidad de participar o no en las piezas, donde l@s espectador@s puedan decidir formar parte o no de ellas. Para ello resulta imprescindible no dejarnos dominar por la teoría ni por las consignas, no obedecer ciegamente al capitán: no somos soldados del pensamiento ni estamos aquí para ganar una batalla. Se trata de obviar el didactismo.

Estas reflexiones pueden ser entendidas en su complejidad cuando son aplicadas a un trabajo que, como ocurre en nuestro caso, no pretende con ello alejarse del compromiso político o social, sino que muy al contrario nace y se nutre de él. Si partimos de la idea de que toda nuestra obra se desarrolla en torno a la duda y la contradicción, no tendría sentido clarificar y ordenar todas esas dudas en un discurso basado en un falso cientifismo metódico. Si nuestra obra constituye un viaje sin destino predeterminado, lo único que podemos hacer es tratar de describir un trayecto inconcluso que es un trayecto también vital. Es este un trayecto a veces desordenado, pero que cada un@ puede ir configurando de forma individual.

Apuntes sobre alguna parte no es sólo el título de una videoinstalación, sino también el título de una conferencia o de estas notas. A lo largo de nuestra trayectoria hemos ido utilizando los elementos que componen el trabajo de una forma recurrente. Como en un mecano, las piezas son reutilizadas reforzando así el carácter metafórico de las mismas; poseen un significado propio, pero en la conjunción con otros elementos adquieren un nuevo sentido. Esta manera de trabajar pretende consolidar la apertura de nuestras propuestas y les da diferentes vidas eludiendo así una apariencia unidireccional en el proceso de recepción. No es algo que hagamos sólo en el trabajo visual, lo empleamos como método también en los textos que escribimos sobre éste, incluso las citas pueden repetirse y aparecer en otros contextos. Los textos, como los paisajes visuales, no tienen un solo significado y se construyen en el proceso de recepción. Cada acción y cada visión tiene lecturas diferentes dependiendo de quién, cómo, cuándo, para qué… ¿por qué ello no iba a reflejarse en el trabajo? Queríamos alejarnos de los discursos dogmáticos y creemos que este método potencia esa lejanía.

He aquí una cita no utilizada anteriormente: "Pasar una frontera es siempre un poco conmovedor: una línea imaginaria, materializada por una barrera de madera que además no está nunca realmente sobre la línea que representa sino algunas decenas o centenares de metros hacia acá o hacia allá, es suficiente para cambiarlo todo, incluso el paisaje…" (Georges Perec, Especies de espacios, Ed. Montesinos, 1999 (1974) pág. 113).

He aquí una cita recurrente: "I want a language without pronouns. I want to come, direct and complete, without pronoun. Yes I do. I want to come before gender". Roni Horn

También los trabajos artísticos tienen género (género en el sentido de identidad de género). De ahí nuestro interés en de-generarlos. No hay mayor prisión para el pensamiento visual que la prisión que imponen las formas y sus connotaciones discursivas. De nuestro intento por saltar las barreras, por escapar de los guetos y de las normativas excluyentes surge una práctica artística andrógina, un cruce desjerarquizado donde lo masculino y lo femenino se funden, formal y conceptualmente.

He aquí un texto propio utilizado anteriormente:

Un balón degenerado

El balón de fútbol actúa aquí como un símbolo, como un elemento representativo de la masculinidad que en nuestras manos remite fácilmente a la androginia. Esta fotografía pertenece a la serie Sin título (utopía), un conjunto de imágenes que muestran piscinas temporalmente abandonadas, espacios destinados al juego y al placer en épocas de decadencia. La imagen del balón olvidado en la superficie acuosa nos permite movernos metafóricamente en el espacio prohibido de lo masculino y al adoptarlo, cambiarlo de significado y, de alguna manera, degenerarlo. Al pasar a formar parte de nuestro imaginario, al incorporarse a nuestro trabajo y a nuestro pensamiento, el balón adquiere un nuevo significado y se desprende de una interpretación unidireccional como descriptor de lo masculino, adopta un nuevo género sin desprenderse del anterior, se transforma en un balón diferente y por ello se degenera. Como nosotras, nuestro balón de fútbol se ha convertido en un híbrido.

He aquí un texto propio hasta ahora no recurrente:
Los cuerpos desaparecen en los espacios de la identidad. La identidad personal se difumina hasta desaparecer en el grupo: somos nuestros personajes. Las personas ocultan sus rostros sumidas en los códigos que construyen la sociedad, en su desaparición luchan y se revuelven y dudan acerca de la necesidad de desaparecer. Los cuerpos se esconden tras los ropajes que imponen las normas. Vestimos también los cuerpos desnudos mintiendo sobre su desnudez: trucos de la representación, siempre la misma historia. Nosotras no tenemos rostro ya, hemos perdido nuestra identidad al ser conscientes de que nunca la tuvimos. Dicen que nuestra nueva identidad es no tener identidad, pero nosotras creemos que eso es sólo un truco para distraernos.

Alguna parte es un espacio utópico. No existe y no puede existir sin desaparecer, como toda utopía. Ha sido ideado como una herramienta del pensamiento para estudiar los espacios asignados a la diferencia, en este caso aquellas y aquellos que no encajamos en la orientación sexual dominante. Nuestras relaciones sociales son restringidas a guetos aparentemente abiertos. Estudiamos esos guetos en una búsqueda del porqué de esos espacios y no otros. Nos acercamos a ellos cuando han sido ya abandonados y antes de que vuelvan a renacer. Piscinas vacías o discotecas tras el cierre en las que permanecen las huellas de lo humano. Estudiamos el gueto y nos encontramos cara a cara con su lado perverso, su inmenso atractivo en el abandono (¿síndrome de Estocolmo?).

La videoinstalación Apuntes sobre Alguna parte muestra uno de esos espacios: la cámara gira sobre sí misma en el centro de la pista de una discoteca vacía. Al igual que en otros trabajos anteriores, la imagen se desdobla especularmente. En este caso el resultado es una doble videoproyección con un movimiento constante de imágenes circular y divergente. Quizás eso sirva para potenciar la inestabilidad espacial en el espectador/a y un cierto alejamiento de una conceptualización universalizante (convergente). La inestabilidad espacial podría tener que ver con una dificultad para encontrar un espacio concreto y aferrarse a él, así como con un discurso fragmentario y en consecuencia inestable, que se busca y duda constantemente. El tamaño de las videoproyecciones permite que l@s espectador@s sean literalmente succionados por la imagen y el movimiento de la cámara busca su desorientación y la catarsis. El público puede optar también por sentarse y escuchar a través de los auriculares la música deconstruida que acompaña a las imágenes. El resultado es una experiencia hipnótica. Como en otras instalaciones, ofertamos la posibilidad de participar de la experiencia en diferentes grados de intensidad a voluntad de quien experimenta, ya que no creemos ni en el dogmatismo ni en el autor omnisciente. Nos interesa una experiencia artística abierta, no didáctica, sino que comparta sensaciones y abra puertas al pensamiento.