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Apocalípticos,
integrados, indecisos. Todo menos indiferentes. Las nuevas tecnologías
de la información nos ofrecen aparentemente un nuevo
panorama de construcción de subjetividad en el espacio
virtual. Pero realmente como se pregunta Virilio seremos capaces
de urbanizar, de hacer "polis"en ese espacio virtual.
Ahora nos enfrentamos con una situación en la que el
espacio público es reemplazado por la imagen pública.
Asistimos lamentablemente al desarrollo de una "burbuja
urbana virtual -escribe Virilio- en la cual el espacio público
definitivamente ha cedido el lugar a la imagen pública"1
.
Tal
vez la pregunta que quiero compartir con vosotros es la de cómo
incentivar la creación de estructuras colectivas que
nos permitan evitar el dictado de "Matrix", cómo
imaginar dispositivos que impidan su construcción. Si
el fin del mundo es imaginado como "el desierto de lo real"
destruido por la dominación de lo virtual, de lo que
se trata es de resistir a ese destino.
A lo que estamos asistiendo ciertamente es a la anulación
de la distancia. Virilio señalaba los peligros de la
pérdida de la ciudad real. La ciudad real desaparece,
se desurbaniza justo hoy al borde de su implosión, al
borde de su estallido catastrófico. "Pienso -escribe-
que por culpa de las tecnologías estamos perdiendo el
propio cuerpo en aras del cuerpo espectral, y el mundo propio,
en aras de un mundo virtual"2
-del cibermundo-.
Jean
Baudrillard nos propone otro término para definir esta
situación actual de pérdida de distancia: el de
"pantalla total". Escribe: "vídeo, pantalla
interactiva, multimedia, Internet, realidad virtual: la interactividad
nos amenaza por todos lados. Lo que estaba separado se ha confundido
en todas partes, y en todas partes se ha abolido la distancia:
entre los sexos, entre los polos opuestos, entre el escenario
y la sala, entre los protagonistas y la acción, entre
el sujeto y el objeto, entre lo real y su doble"3.El
sujeto puede en primera instancia sentirse plenamente realizado,
próximo a la felicidad. Pero cuando llega este punto
"se convierte de forma automática en objeto y cunde
el pánico"4.
En relación a la metaforización de la construcción
de la subjetividad del siglo XXI nuestra posición es
forzosamente contradictoria, ambigua, y demanda por tanto un
compromiso. Pero no por ello huye del futuro. Wim Wenders hablando
de su famosa película Hasta el fin del mundo (1990),
reconoce que su película es una cascada de imágenes
porque el futuro será una cascada de imágenes.Según
él no se puede hacer una película de ciencia-ficción
puritana. Escribe:
"Si esta película es una mirada crítica dirigida
hacia las relaciones futuras con la visión, no puede
ser solamente crítica". No se puede hacer una película
de ciencia-ficción contra el futuro. Y continúa:
"No se puede hacer una película contra las relaciones
con las imágenes y querer guardar imágenes sagradas".
Tampoco se puede entonces hablar de la construcción
de la subjetividad, y prefigurarla solamente como el lugar de
todos los monstruos, como el nuevo espacio de la codicia humana.
El gran problema desde siempre y más ahora es el de saber
quiénes somos y cómo podemos ser en este espacio
de las redes de la nueva comunicación. Un espacio tremendamente
atractivo, y al mismo tiempo un espacio lleno de peligros de
dominación y perdida del control. A partir de una premisa
que se impone como paradigmática de la condición
postmoderna: la concepción de la identidad como una "construcción
social".
El cyborg como metáfora del sujeto posmoderno
En
este siglo que empieza el reto está en la forma que adoptará
la figura del Cyborg. Cyborgs ya somos todos. Pero, ¿cómo
seremos, qué rostro, qué género, qué
identidad, qué sexualidad, ...?
"A finales del siglo XX todos somos quimeras, híbridos
teorizados y fabricados de máquina y organismo; en una
palabra, somos Cyborgs. El Cyborg es nuestra ontología,
nos otorga nuestra política"5,
escribía Donna Haraway.
Donna Haraway es una de las teóricas más influyentes
en el mundo académico y una de las pioneras en pensar
las cuestiones de la identidad humana modificada irreversiblemente
por las nuevas tecnologías, como propone en su célebre
manifiesto, "Manifiesto para cyborgs" (1984).
La mitología del cyborg de Haraway está apoyada
en la crítica al sujeto autónomo y centrado del
modelo moderno. En el momento en que las nuevas tecnologías
cibernéticas de poder comienzan a actuar y a penetrar
en los cuerpos de las personas, empiezan a generar nuevos tipos
de subjetividades y nuevos tipos de organismo: organismos cibernéticos,
cyborgs.
Un cyborg que poco tiene que ver con los terminators
quebrantahuesos a lo Arnold Schwarzenegger. Al contrario, un
cyborg es un sujeto que se sabe "no todo", incompleto,
"otro". Y que por tanto, se identifica a la postre
con todos los "otros" -las mujeres, minorías
étnicas y raciales, homosexuales, incluso como un otro
"masculino" -pero en tanto que no dominante, en cuanto
liberado él mismo de cualquier pretensión hegemónica,
centrada, estable. La aventura del cyborg es, bajo esa perspectiva,
la aventura misma del sujeto contemporáneo.
La
imaginería del cyborg es una de esas figuras privilegiadas
de lo moderno que ejemplifica el lugar de la contradicción
-del peligro y de la esperanza. Por una parte, el cyborg es
el lugar horror de las creaciones científicas, pero al
mismo tiempo es la ficción del nuevo Prometeo del siglo
XXI.
Ningún optimismo ingenuo, sin embargo, nos evita sentir
un escalofrío hacia esas nuevas configuraciones posmodernas
del poder en manos de las corporaciones multinacionales, los
ingenieros genéticos o los magnates de los medios de
comunicación. El manifiesto de Haraway es también
un grito de alarma. Una llamada política y estratégica
para evitar caer en una realidad marcada de nuevo por la opresión.
Reclama una participación en la construcción de
un futuro mejor. Escribe: "
nuestro reto es luchar
por un cyborg emancipado: por la fluidez, por lo heteromórfico
y por la confusión de los límites; por el control
de las estrategias posmodernas, por las condiciones y las interfaces
limítrofes
."
Cyberfeminismo
Hacer
habitable la red, urbanizar este territorio expandido de las
comunicaciones informáticas ha sido uno de las tareas
que han convocado a muchos artistas, críticos, activistas
políticos, e historiadores. La década anterior
se ha desarrollado en el espacio cybernético motivada,
con gran generosidad por muchos de sus pioneros, por un último
aliento utópico -tal vez característico de todo
fin de siglo- que intentaba aplicar los criterios de interactividad,
y participación, bajo la perspectiva de hacer posible
la globalización de la creatividad y la universalización
de las libertades.
En este contexto, el cyberfeminismo se puede entendió
como un espacio abierto de posibilidades que se dan para el
pensamiento y el activismo feminista en la red
Recordemos
que coincidiendo con los orígenes del Net Art algunas
de las artistas más reconocidas de los ochenta-como Jenny
Holzer, o Julia Scher- junto con otros artistas como Lawrence
Weiner, estuvieron invitados por Benjamin Weil a experimentar
con los procedimientos de Internet en uno de los web sites más
míticos Äda'Web.
Sin embargo el momento álgido del cyberfeminismo se
desarrolla cuando en septiembre de 1997 se celebró en
Kassel la Primera Internacional Cyberfeminista en la Documenta
X.
Net artistas mujeres comenzaron entonces a ganarse una posición
reconocida. Rachel Baker, Josephine Bosma, Shu Lea Cheang, y
las VNS Matrix -un grupo de artistas y activistas de Adelaide
(Australia) que escribieron ya en 1991 el primer Manifiesto
Cyberfeminista-, todas ellas eran de las pocas mujeres que estaban
haciendo importantes trabajos.
Internet en general vivía en aquellos años un
momento de euforia y entusiasmo, y un movimiento tan plural
y activista como el cyberfeminismo nacía en un clima
de optimismo.
Muchas
son las preguntas que podemos hacernos. Entre ellas, las que
nos plantea Alex Galloway: "¿En qué medida
nos marca sexualmente la tecnología?, ¿Se consigue
desterrar la discriminación de Internet con el anonimato
sexual del medio?, ¿Puede la tecnología ayudarnos
a superar el patriarcado?"
De la virtualización a la materialización
Los
teóricos de la red hablan ya de un segundo momento en
lo que se refiere al ciberespacio. Aquel en el que dejemos de
importar información a la realidad virtual -proceso de
virtualización, para comenzar a desarrollar a través
de la nanotecnología (esa ingeniería de ordenadores
moleculares capaces de juntarse y de reproducirse solos en el
interior de las células humanas), la biotecnología,
la ingeniería genética (desarrollo de la clonación,
reproducción asistida, selección de la especie),
un proceso de materialización de lo virtual..
Organismos cybernéticos, androides, replicantes, humanos
biónicos, hombre/máquinas e híbridos, los
cyborgs representan una infamiliar "otredad" frente
a la estabilidad de la identidad humana. Al cuerpo del cyborg
se le considera transgresivo con el orden de la cultura dominante,
y no tanto por ser una naturaleza construida, sino por su diseño
híbrido. Están abiertos a todas las posibilidades
del ser. No son seres que procedan de la transmisión
especifica de un código heredado, sino el resultado de
una ingeniería, del laboratorio, de una aplicación
del conocimiento al deseo o la voluntad. Por esta razón,
el cyborg nos proporciona también un contexto privilegiado
para estudiar la identidad de género como resultado de
una producción simultánea de materia y ficción,
cuerpo y cultura.
 
En cualquier caso, la problemática del sexo y su relación
con las nuevas tecnologías es una de las cuestiones más
actuales que se plantean en el territorio de la red. Precisamente
en el último Ars Electrónica 2000 -que
se celebró en septiembre-, un festival que está
programáticamente dedicado a explorar los caminos por
los que los artistas y la tecnología pueden influir en
los cambios sociales y políticos, tuvo como tema general:
El próximo sexo. La sexualidad en la era de la procreación
supérflua. Y su objetivo fue el de investigar combinando
una aproximación científica y artística
al mismo tiempo "los contornos de una sociedad -declaran
los organizadores- en la cual el ser humano es genéticamente
configurado -no simplemente nacido, sino fabricado-, en la cual
el sexo es relevado de su función indispensable para
la reproducción, y en la cual la batalla de los sexos
tanto como los mecanismos morales en nuestra sociedad deben
ser reorganizados". "Esta excursión en el futuro
de la humanidad -continúan explicando- es significante
en el trazado de las rutas por las que se encaminará
nuestro futuro -una aventura en la cual el arte no debe permanecer
excluido de la conciencia moral de la sociedad".
Esta problemática está generando sin duda un amplio
espacio de debate en la red. Como por ejemplo, las actividades
del grupo subRosa6,
dedicadas a las relaciones entre el cuerpo femenino, la biotecnología
y las técnicas de reproducción. O las distintas
listas de correo y forums que plantean la cuestión entre
tecnologías reproductivas y cyberfems.
Paradojas y peligros de la feminización cyborg
Feminización
del cyborg como metáfora de la condición posthumana
en la que los límites entre los sexos se hacen cada vez
más borrosos. Esta confusión, sin embargo, no
debemos olvidar que no siempre beneficia a las mujeres. O por
lo menos debemos estar atentos a la recreación de un
imaginario cuyas consecuencias aún no podemos calibrar.
En el caso, por ejemplo, de la ciencia-ficción las fantasías
sobre el cuerpo femenino están relacionadas especialmente
con el cuerpo reproductivo. Sistemas alternativos de procreación
y nacimiento que en algunos casos remiten a lo monstruoso.
En Alien, clásico del género, el ordenador
principal se llama "madre", y el monstruo es también
una madre malvadísima, reproduciéndose como un
insecto monstruoso que pone huevos en el estómago de
la gente en un acto de penetración fálica por
la boca. Madre como fuerza generadora omnipotente, prefálica
y maligna. Un abismo.
Y
en Matrix -útero universal- en el que todos estamos
atrapados, y desde el que somos programados. Atrapados en su
existencia -somos seres tejidos en la gran red de redes-, incapaces
de escapar a la "otra" realidad más auténtica.
En el lugar de la mixticidad de los géneros, apropiación
de la Gran Madre arcaica dominadora, castigadora, represora,
recipiente todopoderosos de la vida y la muerte. Hélène
Cixous o Julia Kristeva reivindicaron la fuerza de lo maternal
como una fuerza propia de lo femenino que podía conducir
a una "feminización de la existencia" en el
sentido que estamos defendiendo de disolución en el lenguaje,
de experiencia de fin de los sistemas dominantes, de las jerarquías.
Pero entonces, ¿qué significa esta apropiación
de la "madre maligna?" ¿No estamos asistiendo
a una nueva puesta en escena de los temores masculinos ante
la mayor determinación y presencia de las mujeres? ¿No
nos suena de nuevo la letanía de la mujer asociada a
la maldad en este caso favorecida por las nuevas tecnologías?
Y
aún nos podemos hacer más preguntas. ¿Qué
consecuencias tendrá la reproducción tecnológica?
¿Será el espacio de liberación para la
mujer, o será una expropiación forzosa, una nueva
fuerza de poder, y de control? ¿Ejercida por quién?
¿Podemos confiar en que cuando llegue el momento tal
vez las mujeres ya tengan una mayor capacidad en el control,
programación y diseño de las nuevas tecnologías?
Activismo cyberfeminista frente a la pantalla total. El
sueño de una urbanización dispersa.
Detrás de todo este trabajo creativo y teórico
hay, insisto, una responsabilidad colectiva. Las metáforas
de la pantalla total o la cyber-citta insisten en la
pérdida de la distancia -de la diferenciación-.
La sociedad del espectáculo ejerce sin tregua su poder
sobre las industrias de la comunicación y la información.
Y en estos últimos años estamos asistiendo a la
ocupación de la red a través de los grandes portales,
y las empresas de comunicación.
El hombre unidimensional marcusiano se desarrolla así
mismo a través del avance las nuevas tecnologías.
Y la red tiende a realizarse como su circuito integrado. El
"Manifiesto para cyborgs " de Haraway sigue vigente
como una llamada de alerta frente a las informáticas
de dominación.
El efecto de "globalidad" de la red no puede realizarse
bajo una figura de universalidad que suponga la denegación
de las diferencias -sino justamente como expresión irrevocable
de ellas.
Durante estos últimos diez años hemos asistido
al desarrollo de distintos sites que han trabajado en esta dirección.
Su presencia en la red, su trabajo a favor de la difusión
de ideas, de trabajos de artistas, de chats, y de redes de comunicación,
ha sido constante.
De
entre todas ellas destacaría algunas como: Old Boys Network
(OBN)7 -un consorcio
de cyberfeministas integrado principalmente por europeos-, FACES
SITTING8-dirigida
por Kathy Huffman-, f-mail -dirigida por la artista Victoria
Vesna también dedicada a la comunicación-, Axis:
Foundation for Art and Gender9
. O las actividades de grupos como subRosa o DAM10
-un proyecto de arte público dirigido a insertar imágenes
lesbianas en un contexto comercial.
Es evidente que las nuevas tecnologías no son en si
mismas ninguna panacea de salvación, ni ninguna utopía
realizada. Promueven el ejercicio de la palabra pública
de las mujeres, pero también reproducen sus estructuras
de desigualdad y de dominio.
El milenio se inaugura sin duda con operaciones de alto riesgo
desde todos los puntos de vista político, económico,
social, y por supuesto respecto a la subjetividad de los individuos.
Sin duda la lucha de las mujeres ha sido y es imprescindible,
pues la dinámica democrática sigue siendo insuficiente
y los roles aplicados a los sexos se renuevan sin cesar. La
batalla para alcanzar las metas pendientes requiere no sólo
las transformaciones necesarias para que las mujeres adquieran
las posibilidades estructurales para acceder al mundo del trabajo
en plena igualdad de condiciones, sino además una feminización
del poder, del capitalismo, de los imaginarios simbólicos
de nuestra sociedad. Y esto como podéis suponer no es
una tarea fácil.
En el último encuentro internacional cyberfeminista,
organizado en 1999 por el grupo de Old Boys Network, las preguntas
que reunían a las participantes insisten en luchar contra
el dominio de la tecnología, cómo activar el Hakerismo,
cómo hacer frente a la globalización. Y en el
séptimo encuentro de Estudios de Performance Internacional
en la primavera del 2001, se organizó un panel cyberfeminista
para analizar su carácter nómada, de frontera,
para explorar las transformaciones y transgresiones posibles
en el ciberespacio.
Su
deseo en ambos casos: potenciar la red de redes como única
esperanza de imaginar un mundo distinto -como única forma
de enfrentar la comunidad que viene.
No una comunidad regulada por los efectos de identidad, sino
meras comunidades fluctuantes reguladas tan sólo por
la instantánea y efímera expresión de la
diferencia.
No es este, sin embargo, un alegato a favor de los nuevos medios.
No hay inocencia en ellos, ni son en sí mismos ninguna
salvación. Simplemente, son un medio cuyas potencialidades
permiten aún ejercer una resistencia ante la esfera plana
de los acontecimientos.La red como sueño de la urbanización
dispersa.
Notas
1.Paul Virilio, Cibermundo ¿Una
política suicida?, Dolmen Ediciones, Santiago, 1997,
p. 47.^
2.Ibidém., p. 49. ^
3.Jean Baudrillard (1993),
Pantalla total, Anagrama, Barcelona, 2000, p. 203. ^
4.Ibidém., p.207. ^
5.Donna J. Haraway (1984), "Manifiesto
para cyborgs: ciencia, tecnología y feminismo socialista
a finales del siglo XX", en Ciencia, cyborgs y mujeres.
La reinvención de la naturaleza (1991), Cátedra,
Madrid, p. 254. ^
6.http://www.cyberfeminism.net/index.html
^
7.http://www.obn.org/index.html
^
8.http://thing.at/face/index1.htm
^
9.http://www.axisvm.nl/
^
10.http://www.dykeactionmachine.com/
^
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